.

 

Datos tomados de la reconocida Enciclopedia Wikipedia

 

 

Simón [<hebreo: שמעון ("Shimon")], llamado también Pedro o Cefas (Betsaida, ? - Roma, 29 de junio de 67), fue, de acuerdo con el Nuevo Testamento, uno de los doce apóstoles, discípulos de Jesús de Nazaret. Es identificado claramente como el primer dirigente de la Iglesia (después de Jesús).

Antiguamente, la Iglesia Católica Romana aceptaba como verdadera la tradición, atribuída a Jerónimo de Estridón (340-420), que afirmaba la llegada de Pedro a la ciudad de Roma en el año 42, haber fundado la Iglesia en esa ciudad capital y haber sido el primer obispo de ella hasta su muerte en el año 67. Sin embargo, desde la segunda mitad del siglo XX, tras el notable avance de la Filología bíblica y la Arqueología bíblica, esta tradición ha sido casi totalmente abandonada[1].

Del mismo modo, aunque existe debate sobre la fecha en que Pedro arribó a Roma (en torno al año 63 para algunos), hay acuerdo casi unánime en que los escritos patrísticos (respaldados por convincentes pruebas arqueológicas) no se equivocan al afirmar que el apóstol más respetado de la Iglesia sufrió el martirio en la ciudad de Roma no antes del 64 y no después del 67.[2]

Su nombre de nacimiento era Shimón, pero recibió de Jesús el nombre de Pedro (del griego πετρos, "fragmento de piedra") al reconocer que Jesús era el mesías, el Hijo de Dios[3]. Pablo lo llamó en sus escritos כיפשׁ, "Keyfas", el equivalente arameo de Pedro, aún cuando se piensa que predicaba en griego; Juan el Evangelista lo llamó, por lo general, "Simón Pedro".

Pedro es mencionado frecuentemente en el Nuevo Testamento -- en los Evangelios, en los Hechos de los Apóstoles, y en las Epístolas de San Pablo. Su nombre aparece 182 veces.

La tradición católica narra que Pedro acabó sus días en Roma, donde habría sido obispo, y que allí murió martirizado bajo el mandato de Nerón en el Circo Vaticano, sepultado a poca distancia del lugar de su martirio y que a principios del siglo IV el emperador Constantino mandó construir la gran basílica vaticana.

Clemente Romano, en su carta a los corintios, data su muerte en la época de las persecuciones de Nerón. El evangelio de Juan sugiere, en su característico estilo alegórico, que Pedro fue crucificado. Dado que seguramente éste no fue escrito hasta el siglo II, el testimonio es irrelevante. Pedro de Alejandría, que fue obispo de esa ciudad y falleció en torno a 311, escribió un tratado llamado Penitencia, en el que dice: "Pedro, el primero de los apóstoles, habiendo sido apresado a menudo y arrojado a la prisión y tratado con ignominia, fue finalmente crucificado en Roma". Orígenes en su Comentario al libro del Génesis III, citado por Eusebio de Cesarea, dice que Pedro pidió ser crucificado cabeza abajo por no considerarse digno de morir del mismo modo que Jesús. Lo mismo relata Jerónimo de Estridón en su obra Vidas de hombres ilustres.

Flavio Josefo relata que la práctica de crucificar criminales en posiciones distintas era común entre los soldados. El texto de 1Pedro 5:13, que envía saludos desde "la Iglesia que está en Babilonia" ha sido entendido por algunos en sentido figurativo, como señal de que Pedro escribía desde Roma por el hecho que la antigua Babilonia sobre el Eufrates estaba en ruinas y el término "Babilonia" habría sido usado por la antigua comunidad cristiana para referirse a la Roma de los emperadores (Apocalipsis 17:5). No obstante, otros estudiosos alegan que no había razón alguna para utilizar términos crípticos para referirse a Roma en un simple saludo y suponen que Babilonia se refería efectivamente a una comunidad cristiana asentada en las ruinas de esa ciudad, por lo demás, densamente habitada.

En todo caso, es concluyente la evidencia de que, cuando Pablo escribió su epístola a los Romanos, Pedro no se encontraba en Roma. Esta carta se escribio entre el año 55 y 58 DC

En 1939 el Papa Pío XII ordenó la excavación en los subterráneos del Vaticano para tratar de hallar una respuesta a la tradición que en aquel tiempo se ponía en duda (ante el desmentido de otras tradiciones): que el Vaticano era la auténtica tumba del apóstol Pedro. Las excavaciones duraron hasta 1949. Se encontró una necrópolis que se extendía de oeste a este en paralelo al Circo de Nerón. La necrópolis estaba inundada de tierra, posiblemente por ser la base de la basílica primigenia. Se encontraron cinco monumentos, el más antiguo databa del siglo II. Se incluía una parte de un edificio adosado a un muro revocado en rojo que servía de fondo para el más antiguo de los monumentos. En este edificio pequeño se encontraron unas inscripciones que datan de antes de Constantino, muestra de la devoción de los fieles. Una de las inscripciones señalaba "Petrus Eni" (Pedro está aquí). Asimismo, se encontró un lugar donde debería encontrarse la tumba pero no se halló nada. Por la evidencia dada, Pío XII suspendió las excavaciones y anunció que se había encontrado la tumba de Pedro.

Margareta Guarducci, arqueóloga, prosiguió las investigaciones en 1952. Estudió y descifró el famoso muro de las inscripciones y descubrió el uso de una criptografía de tinte místico: el uso repetitivo de las letras "P", "PE" y "PET" como abreviatura del nombre de Pedro, aunque normalmente era vinculado al nombre de Cristo. Asimismo hay aclamaciones a Cristo, María, Pedro, a Cristo como segunda persona de la trinidad y a la trinidad.

Los restos físicos de Pedro habrían sido encontrados años después. La arqueóloga armó la siguiente historia: cuando Constantino quiso hacer la Basílica los huesos fueron desenterrados y envueltos en un manto de púrpura y oro y depositados en el nicho donde debían de haber estado, pero durante las excavaciones los obreros usaron el martinete para derrumbar muros y, por llegar rápidamente a la tumba, provocaron un derrumbe sobre los restos. Todo mezclado tomó la apariencia de desechos. Monseñor Cas, jefe de la Fábrica de San Pedro, guardó todo resto humano que se encontraba y los restos estuvieron así guardados diez años sin saber su procedencia.

El antropólogo Venerando Correnti estudió los huesos y señaló que había huesos humanos y de ratón, un ratón que debió haber quedado atrapado tiempo después de producido el entierro. Los huesos humanos presentaban las siguientes características:

  • Tenían adherida tierra, mientras que los huesos de ratón estaban limpios. Se analizó la tierra adherida a los huesos humanos y es la misma tierra de la tumba abierta y que fue encontrada vacía, identificada por Pío XII como la de Pedro, las tumbas colindantes tenían otra clase de tierra.

  • Los huesos están coloreados de rojo por haber estado envueltos en un paño de púrpu­ra y oro. Hay hilos de oro y de la tela incluso adheridos a algunos huesos. Debían de ser huesos de una persona muy venerada, pues los envolvieron en un rico paño de púrpura y oro, para guardarlos en ese nicho. Parece que estos huesos fueron retirados de la tumba de tierra y guardados para protegerlos de la humedad del terreno. Este nicho ha permanecido intacto desde Constantino hasta hoy.

  • Los huesos humanos son de la misma persona: varón, de complexión robusta, que murió a una edad avanzada y vivió en el siglo I.

En 1964 las investigaciones de Guarducci terminaron y un año después se publicó su libro Reliquie Di Pietro Sotto La Confossione della Basílica Vaticana ("Las reliquias de San Pedro bajo la confesión de la Basílica Vaticana"), libro muy discutido por la comunidad científica. En 1968 Pablo VI anunció que, según los estudios científicos realizados, había la suficiente certeza de que se habían encontrado los restos del apóstol

 

www.apologeticasiloe.com