Simón
[<hebreo:
שמעון
("Shimon")], llamado también Pedro o Cefas (Betsaida, ?
-
Roma,
29 de junio de
67), fue, de acuerdo con el
Nuevo Testamento, uno de los doce
apóstoles, discípulos de
Jesús de Nazaret. Es identificado claramente como el primer
dirigente de la
Iglesia (después de Jesús).
Antiguamente, la
Iglesia Católica Romana aceptaba como verdadera la
tradición, atribuída a
Jerónimo de Estridón (340-420), que afirmaba la llegada de
Pedro a la ciudad de
Roma en el año 42, haber fundado la Iglesia en esa ciudad
capital y haber sido el primer
obispo de ella hasta su muerte en el año 67. Sin embargo,
desde la segunda mitad del siglo XX, tras el notable avance de
la
Filología bíblica y la
Arqueología bíblica, esta tradición ha sido casi totalmente
abandonada[1].
Del mismo modo, aunque existe
debate sobre la fecha en que Pedro arribó a Roma (en torno al
año 63 para algunos), hay acuerdo casi unánime en que los
escritos
patrísticos (respaldados por convincentes pruebas
arqueológicas) no se equivocan al afirmar que el apóstol más
respetado de la Iglesia sufrió el
martirio en la ciudad de Roma no antes del 64 y no después
del 67.[2]
Su nombre de nacimiento era
Shimón, pero recibió de Jesús el nombre de Pedro (del
griego πετρos, "fragmento de piedra") al reconocer que Jesús
era el
mesías, el
Hijo de Dios[3].
Pablo lo llamó en sus escritos
כיפשׁ,
"Keyfas", el equivalente
arameo de Pedro, aún cuando se piensa que predicaba en
griego;
Juan el Evangelista lo llamó, por lo general, "Simón Pedro".
Pedro es mencionado frecuentemente en el Nuevo Testamento -- en
los Evangelios, en los Hechos de los Apóstoles, y en las
Epístolas de San Pablo. Su nombre aparece 182 veces.
La tradición católica narra
que Pedro acabó sus días en Roma, donde habría sido obispo, y
que allí murió martirizado bajo el mandato de
Nerón en el Circo Vaticano, sepultado a poca distancia del
lugar de su martirio y que a principios del siglo IV el
emperador
Constantino mandó construir la gran basílica vaticana.
Clemente Romano, en su carta
a los corintios, data su muerte en la época de las persecuciones
de
Nerón. El evangelio de Juan sugiere, en su característico
estilo alegórico, que Pedro fue crucificado. Dado que
seguramente éste no fue escrito hasta el
siglo II, el testimonio es irrelevante. Pedro de Alejandría,
que fue obispo de esa ciudad y falleció en torno a
311, escribió un tratado llamado Penitencia, en el
que dice: "Pedro, el primero de los apóstoles, habiendo sido
apresado a menudo y arrojado a la prisión y tratado con
ignominia, fue finalmente crucificado en Roma".
Orígenes en su Comentario al libro del Génesis III,
citado por
Eusebio de Cesarea, dice que Pedro pidió ser crucificado
cabeza abajo por no considerarse digno de morir del mismo modo
que Jesús. Lo mismo relata
Jerónimo de Estridón en su obra Vidas de hombres ilustres.
Flavio Josefo relata que la práctica de crucificar
criminales en posiciones distintas era común entre los soldados.
El texto de
1Pedro 5:13, que envía saludos desde "la Iglesia que está en
Babilonia" ha sido entendido por algunos en sentido figurativo,
como señal de que Pedro escribía desde Roma por el hecho que la
antigua Babilonia sobre el Eufrates estaba en ruinas y el
término "Babilonia" habría sido usado por la antigua comunidad
cristiana para referirse a la Roma de los emperadores (Apocalipsis
17:5). No obstante, otros estudiosos alegan que no había
razón alguna para utilizar términos crípticos para referirse a
Roma en un simple saludo y suponen que Babilonia se
refería efectivamente a una comunidad cristiana asentada en las
ruinas de esa ciudad, por lo demás, densamente habitada.
En todo caso, es concluyente
la evidencia de que, cuando Pablo escribió su
epístola a los Romanos, Pedro no se encontraba en Roma. Esta
carta se escribio entre el año 55 y 58 DC
En
1939 el Papa
Pío XII ordenó la excavación en los subterráneos del
Vaticano para tratar de hallar una respuesta a la tradición que
en aquel tiempo se ponía en duda (ante el desmentido de otras
tradiciones): que el Vaticano era la auténtica tumba del apóstol
Pedro. Las excavaciones duraron hasta
1949. Se encontró una necrópolis que se extendía de oeste a
este en paralelo al Circo de Nerón. La necrópolis estaba
inundada de tierra, posiblemente por ser la base de la basílica
primigenia. Se encontraron cinco monumentos, el más antiguo
databa del siglo II. Se incluía una parte de un edificio adosado
a un muro revocado en rojo que servía de fondo para el más
antiguo de los monumentos. En este edificio pequeño se
encontraron unas inscripciones que datan de antes de
Constantino, muestra de la devoción de los fieles. Una de las
inscripciones señalaba "Petrus Eni" (Pedro está aquí). Asimismo,
se encontró un lugar donde debería encontrarse la tumba pero no
se halló nada. Por la evidencia dada, Pío XII suspendió las
excavaciones y anunció que se había encontrado la tumba de
Pedro.
Margareta Guarducci,
arqueóloga, prosiguió las investigaciones en
1952. Estudió y descifró el famoso muro de las inscripciones
y descubrió el uso de una criptografía de tinte místico: el uso
repetitivo de las letras "P", "PE" y "PET" como abreviatura del
nombre de Pedro, aunque normalmente era vinculado al nombre de
Cristo. Asimismo hay aclamaciones a Cristo, María, Pedro, a
Cristo como segunda persona de la trinidad y a la trinidad.
Los restos físicos de Pedro
habrían sido encontrados años después. La arqueóloga armó la
siguiente historia: cuando Constantino quiso hacer la Basílica
los huesos fueron desenterrados y envueltos en un manto de
púrpura y oro y depositados en el nicho donde debían de haber
estado, pero durante las excavaciones los obreros usaron el
martinete para derrumbar muros y, por llegar rápidamente a la
tumba, provocaron un derrumbe sobre los restos. Todo mezclado
tomó la apariencia de desechos. Monseñor Cas, jefe de la Fábrica
de San Pedro, guardó todo resto humano que se encontraba y los
restos estuvieron así guardados diez años sin saber su
procedencia.
El antropólogo Venerando
Correnti estudió los huesos y señaló que había huesos humanos y
de ratón, un ratón que debió haber quedado atrapado tiempo
después de producido el entierro. Los huesos humanos presentaban
las siguientes características:
-
Tenían adherida tierra,
mientras que los huesos de ratón estaban limpios. Se analizó
la tierra adherida a los huesos humanos y es la misma tierra
de la tumba abierta y que fue encontrada vacía, identificada
por
Pío XII como la de Pedro, las tumbas colindantes tenían
otra clase de tierra.
-
Los huesos están
coloreados de rojo por haber estado envueltos en un paño de
púrpura y oro. Hay hilos de oro y de la tela incluso
adheridos a algunos huesos. Debían de ser huesos de una
persona muy venerada, pues los envolvieron en un rico paño
de púrpura y oro, para guardarlos en ese nicho. Parece que
estos huesos fueron retirados de la tumba de tierra y
guardados para protegerlos de la humedad del terreno. Este
nicho ha permanecido intacto desde Constantino hasta hoy.
-
Los huesos humanos son de
la misma persona: varón, de complexión robusta, que murió a
una edad avanzada y vivió en el siglo I.
En
1964 las investigaciones de Guarducci terminaron y un año
después se publicó su libro Reliquie Di Pietro Sotto La
Confossione della Basílica Vaticana ("Las reliquias de San
Pedro bajo la confesión de la Basílica Vaticana"), libro muy
discutido por la comunidad científica. En
1968
Pablo VI anunció que, según los estudios científicos
realizados, había la suficiente certeza de que se habían
encontrado los restos del apóstol