MARIA: ¿VIRGEN IN PARTU?

rev.Miguel Angel Vega León

 

 

En estos tiempos, en que se desconfía de lo sobrenatural y milagroso, muchos niegan en María un parto distinto del que conoce la ginecología.  Por ello, queremos repasar algunos indicios escriturísticos que avalan esta doctrina: María Santísima es «la siempre virgen» incluso en el parto (Catecismo Núm. 499 y 510).

 

Jn 1,13

 

Este verso se ha traducido tanto en plural: LOS CUALES NO NACIERON…, como en singular: LA CUAL NO NACIO… (Trad. Biblia de Jerusalén). En plural, se trataría del nacimiento de los hijos de Dios (=cristianos); mientras que en singular, se trataría del nacimiento de la Palabra o Verbo.

 

Preferimos aquí la versión en singular*.  Y siguiendo la reflexión y la traducción literal que hace Ignace de la Potterie, nuestro versículo completo queda así:

LA CUAL NO DE LAS SANGRES, NI DE DESEO DE CARNE, NI DE DESEO DE HOMBRE, SINO DE DIOS FUE ENGENDRADA.

Note que hemos puesto «las sangres», esto, porque la palabra griega aimaton eso significa, y no “sangre”, como casi siempre se traduce. Y resulta que el Antiguo Testamento, también nos presenta el plural damim (=sangres) en referencia al nacimiento, tal como hace Jn 1,13. En el AT se usa el plural “sangres” para afirmar la pérdida del suero biológico de parte de la mujer, en el momento del parto y de la menstruación: Lv 12,5 «Si da a luz una hembra quedará impura durante dos semanas, como en su menstruación, permanecerá retirada sesenta y seis días más para purificarse de sus sangres»; vea también Lv 12,7 y 20,18; Ez 16,6 dice «pasando junto a ti, te vi agitándote en tus sangres,…»; lo mismo en Ez 16,9. Por esto, cuando Jn 1,13 dice literalmente “no de las sangres” (ούκ έξ αιμάτων), se nos está diciendo que al nacer Jesús, NO CAUSÓ EFUSIÓN DE SANGRE EN SU MADRE. He aquí la virginitas in partu.

 

Lc 1,35b

 

Este semiversículo se ha traducido de varios modos, dependiendo del uso que se le dé a la palabra «santo» (άγιον). Viendo el texto griego y haciendo una lectura básica, es decir, muy literal y siguiendo el orden que presentan las palabras, nos damos cuenta de que la palabra santo aparece como atributo del verbo nacer:

POR ESO LO QUE VA A NACER SANTO, SERA LLAMADO HIJO DE DIOS

La palabra «santo» afecta en primer plano a «nacer», y ¿qué es nacer santo? Según la mentalidad de aquel tiempo, todo nacimiento causaba impureza, es decir, no santidad; lo dice claramente el libro del Levítico que en los cc. 17-26 nos presenta el “código o ley de santidad”. Y allí, el término santo implica, entre otras cosas, la ausencia de contaminación por la sangre derramada durante la menstruación o con ocasión del parto (12,2.5; 18,19…). Entonces, de acuerdo con la tradición veterotestamentaria, el nacimiento de Jesús sucedió SIN LA PÉRDIDA DE SANGRE QUE CAUSABA LA IMPUREZA RITUAL en toda parturienta…

 

Mt 1,23

 

Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa ‘Dios con nosotros’

 

Es interesante ver que Mateo dice «la virgen» (con artículo determinativo: ή παρθένος ) , y como se atribuye al mismo tiempo y al mismo sujeto los actos de concebir y dar a luz, puede entenderse que María permanece virgen cuando concibe y virgen cuando da a luz. Así lo ha explicado la tradición patrística, desde el siglo IV, a lo menos.   Curiosamente, en algunas biblias, entre ellas la versión Reina-Valera, dice "una virgen", cuando lo exacto es "la virgen".

 

Lc 2,7

Y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre.

 

Tal parece que aquí se nos enseñara que María, en su parto «ella misma fue madre y matrona», como sentenciaba san Jerónimo.

 

 

Acomodaticiamente, se han aplicado también a lo largo de los siglos, los siguientes pasajes:

 

Ez 44,2: Y Yahveh me dijo: Este pórtico permanecerá cerrado. No se le abrirá, y nadie pasará por él, porque por él ha pasado Yahveh, Dios de Israel. Quedará pues cerrado.

 

Is 66,7: Antes de tener dolores dio a luz, antes de llegarle el parto dio a luz un varón.

 

Cant 4,12: Eres huerto cerrado, hermana mía, novia mía, huerto cerrado, fuente sellada.

 

Ex 3,2: Vio que la zarza estaba ardiendo, pero la zarza no se consumía. Si eso hizo Dios con una zarza, con más razón, Cristo, que es «Dios con nosotros»… El no menoscabó la integridad de la Madre, sino que la consagró.

 

No sabemos exactamente como fue el nacimiento de Cristo, pero sabemos que María es virgen antes del parto, en el parto y después del parto. San Ignacio de Antioquía, en su carta a los Efesios (año 110) dice: quedó oculta al príncipe de este mundo la virginidad de María, y el parto de ella, del mismo modo que la muerte del Señor: tres misterios sonoros que se cumplieron en el silencio de Dios. Otros padres de la Iglesia hablan del nacimiento haciendo comparaciones: fue del mismo modo como Cristo resucitado entra y sale de la sala estando las puertas cerradas (Jn 20,19); fue como el rayo del sol que atraviesa un vidrio y no lo rompe; fue como el paso del mar Rojo, donde pasa Dios con su pueblo, y el mar vuelve a quedar igual. No interesa tanto el cómo haya sido exactamente, lo que sí sabemos es que María Santísima es LA VIRGEN.

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Las razones que tenemos a favor del singular es que es la lectura que hacían los primeros testigos y es también la más extendida geográficamente hablando: Ignacio de Antioquía (Siria); Justino e Hipólito (Roma), Ireneo (las Galias), Tertuliano (Africa del Norte), Orígenes (Egipto). Mientras que los manuscritos bíblicos griegos, que nos presentan el plural, se encuentran alrededor de Alejandría de Egipto y no se remontan más allá del siglo IV. Además, en la versión en plural hay una discordancia de estilo, ya que Juan no utiliza el verbo engendrar en aoristo mas que a propósito de Cristo; a propósito de los cristianos utiliza el perfecto

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