Revelación Publica y Privada, no nos dejemos confundir

 

 

. Debemos distinguir, siguiendo la doctrina de la Iglesia, entre “revelación pública” y “revelaciones privadas” y advertir que entre ambas hay una diferencia no sólo de grado sino de esencia.

10 1. La Revelación pública designa la acción reveladora de Dios destinada a toda la humanidad que ha encontrado su expresión literaria en las dos partes de la Biblia: el Antiguo y el Nuevo Testamento.

11. Se llama “revelación” porque en ella Dios se ha dado a conocer progresivamente a los hombres, hasta el punto de hacerse Él mismo hombre, para atraer a Sí y para reunir en Sí a todo el mundo por medio del Hijo encarnado, Jesucristo.
Se trata de un proceso vital en el cual Dios se acerca al hombre
a. Que no se da a través de comunicaciones intelectuales,
b. Puesto que atañe al hombre total,
c. Proceso en el que se manifiestan también contenidos que tienen que ver con la inteligencia y con la comprensión del misterio de Dios.
d. Vale para todos los tiempos y encuentra su cumplimiento con la vida, muerte y resurrección de Jesucristo.
e. Por ello se enseña que la Revelación pública ha terminado con la muerte del último de los apóstoles y, a partir de allí la Iglesia está vinculada con historia de la salvación y la palabra de la Biblia que garantiza e interpreta esa historia.
f. “Aunque la Revelación esté acabada, no está completamente explicitada; corresponderá a la fe cristiana comprender gradualmente todo su contenido en el transcurso de los siglos “(CATIC 66). Quien guía esta obra de crecimiento de la comprensión es el Espíritu Santo
(2).
g. El Concilio Vaticano II señala tres maneras esenciales a través de las cuales se realiza la guía del Espíritu Santo en la Iglesia y, en consecuencia, el “crecimiento de la Palabra”:
- por medio de la meditación y del estudio de parte de los fieles,
- por medio del conocimiento profundo, que deriva del conocimiento espiritual,
- por medio de la predicación de “los obispos, sucesores de los Apóstoles en el carisma de la verdad”
(3)
h.- La Revelación alcanza su culminación en Cristo, Verdad que salva. “Es preciso que Cristo sea anunciado a todos los pueblos y a todos los hombres y así la Revelación llegue hasta los confines del mundo”. El mismo Señor Jesucristo mandó a los apóstoles predicar a todos los hombres el Evangelio como fuente de toda la verdad salvadora y de toda norma de conducta, comunicándoles así los bienes divinos”
(4).
i.- La trasmisión del Evangelio, según el mandato del Señor, se hizo de dos maneras de parte de los apóstoles : oralmente y por escrito. Estos confiaron a sus sucesores la tarea de transmitir hasta el fin de los tiempos. Esta transmisión viva, llevada a cabo en el Espíritu Santo, es llamada Tradición en cuanto distinta de la Escritura pero ligada estrechamente a ella
(5).

12. 2. Las revelaciones privadas:
1. La Iglesia acepta que pueden existir,
2. Su función no es la de “completar” la Revelación definitiva de Cristo, sino la de ayudar a vivirla más plenamente en una cierta época de la historia,
3. La autoridad de las revelaciones privadas es esencialmente diversa de la única revelación pública: ésta exige nuestra fe, aquellas sólo se la exige a la persona que efectivamente las hubiera recibido
(6).
4. El criterio de verdad y de valor de una revelación privada es su orientación a Cristo. Cuando ella nos aleja de Cristo, cuando se hace autónoma o, más aún, cuando se hace pasar como otro y mejor designio de salvación, más importante que el Evangelio, entonces no proviene ciertamente del Espíritu Santo, que nos guía hacia el interior del Evangelio y no fuera del mismo.
5. ¿Cuál es la categoría teológica de las revelaciones privadas? San Pablo enseña: “No extingan la acción del Espíritu; no desprecien las profecías; examínenlo todo y quédense con lo bueno”(1 Tes 5,19-21). El don de la profecía se ha dado siempre en la Iglesia. Se ha de examinar. La profecía en la Biblia no quiere decir predecir el futuro, sino explicar la voluntad de Dios para el presente, lo cual muestra el recto camino para el futuro.
6. ¿Qué decir de la estructura antropológica de las revelaciones privadas? La antropología teológica distingue tres formas de percepción o de “visión”: la visión con los sentidos, es decir la percepción externa corpórea, la percepción interior y la visión espiritual (visio sensibilis, imaginativa, intellectualis). Si estuviéramos ante un caso de visiones se trataría de percepción interior o visión imaginativa, donde coincide un elemento externo, suprasensible, con el elemento subjetivo que traduce la experiencia. Por ello, el discernimiento de la Iglesia para interpretar el fenómeno de la visión aparece ciertamente necesario, puesto que el riesgo del subjetivismo es mucho mayor. Esto exige que la Iglesia en sus investigaciones estudie con mucho detenimiento el fenómeno y recurra al auxilio de las ciencias (entre las que no se ha de excluir la psicología) para conseguir un acercamiento lo más objetivo a la realidad.

13.3.- RELACION entre Revelación pública y revelaciones privadas.
A riesgo de repetir recordaremos lo siguiente:
Aceptamos la existencia de las revelaciones privadas. Reconoce su existencia el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 67) quien enseña que algunas de ellas han sido reconocidas por la autoridad de la Iglesia. Su función es la de ayudar a vivir la Revelación de Cristo en una determinada época de la historia.

14. Debe quedar claro que la autoridad de las revelaciones privadas es esencialmente diversa de la única Revelación pública.

1.- La Revelación pública 2.- La Revelación privada
a.- Exige nuestra fe porque en ella a través de palabras humanas y de la mediación viviente de la Iglesia, Dios mismo nos habla. a.- Es una ayuda para la fe y no es obligatorio hacer uso de la misma. “No se debe un asentimiento de fe católica a revelaciones, no es ni tan siquiera posible.
Estas revelaciones exigen mas bien un asentimiento de fe humana; según las reglas de la prudencia, que nos las presenta como probables y piadosamente creíbles”. (Card. Próspero Lambertini).

b.- La certeza de que Dios habla me da la seguridad de que encuentro la verdad misma y, de ese modo, una certeza que no puede darse en ninguna otra forma humana de conocimiento. Es la certeza sobre la cual edifico mi vida y a la cual me confío al morir b.- El criterio de verdad es una orientación a Cristo mismo. Cuando ella nos aleja de Él, cuando se hace autónoma, o más aún, cuando se hace pasar como otro y mejor designio de salvación, mas importante que el Evangelio, entonces no viene ciertamente del Espíritu Santo, que nos guía hacia el interior del Evangelio y no fuera del mismo.

c.- ¿Qué elementos contiene la aprobación eclesiástica de una revelación privada?
a) Que el mensaje en cuestión no contiene nada que vaya contra la fe y las buenas costumbres;
b) Que es lícito hacerlo público
c) Que los fieles están autorizados a darle su adhesión en forma prudente.

15. B.- La fe
Dios se revela hablando a los hombres como amigo “para invitarlos a la comunicación consigo y recibirlos en su compañía”, nos enseña el Catecismo de la Iglesia Católica, y continúa “la respuesta adecuada a esta invitación es la fe”(142).
Por la fe, el hombre somete completamente su inteligencia y su voluntad a Dios. Con todo su ser, el hombre da su asentimiento a Dios que revela. Esta respuesta es llamada por la Escritura “obediencia de la fe”.

16. ¿Qué es obedecer en la fe? . Es someterse libremente a la palabra escuchada, porque su verdad está garantizada por Dios, la Verdad misma.
¿En quién creemos?. Sólo en Dios. El Catecismo enseña que “no debemos creer en ningún otro que no sea Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo”(178). Y esto porque “creer” entraña una doble referencia: a la persona (a quien creo) y a la verdad (que creo): a la verdad por confianza a la persona que atestigua. Teniendo en cuenta esto advertimos la fuerza de la siguiente afirmación del Catecismo: “La fe es ante todo una adhesión personal del hombre a Dios (referencia a la persona) y es al mismo tiempo e inseparablemente el asentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado (referencia a la verdad)” (150).
Esta referencia a Dios Padre comporta una referencia a Cristo (151) y al Espíritu Santo (152).

17. La fe, que es una gracia, es también un acto humano. Aunque un poco largo, vale la pena transcribir el texto completo del número 154 del Catecismo: “Sólo es posible creer por la gracia y los auxilios interiores del Espíritu Santo. Pero no es menos cierto que creer es un acto auténticamente humano. No es contrario a la libertad ni a la inteligencia del hombre depositar la confianza en Dios y adherirse a las verdades por Él reveladas. Ya en las relaciones humanas no es contrario a nuestra propia dignidad creer lo que las otras personas nos dicen sobre ellas mismas y sobre sus intenciones, y prestar confianza a sus promesas (como, por ejemplo, cuando un hombre y una mujer se casan), para entrar así en comunión mutua. Por ello, es todavía menos contrario a nuestra dignidad presentar por la fe la sumisión plena de nuestra inteligencia y de nuestra voluntad al Dios que se revela y entrar así en comunión íntima con Él.”.

18.- La fe es un conocimiento cierto porque se funda en la Palabra de Dios pero trata de comprender, por eso suscita la búsqueda que intenta comprender mejor lo que le ha sido revelado. Es un acto libre. Nadie debe estar obligado, contra su voluntad a abrazar la fe porque el acto de fe es voluntario por su propia naturaleza.

19.- La fe es un acto personal. Pero no es un acto aislado. Nadie puede creer solo. Nadie se ha dado la fe a sí mismo, como nadie se ha dado la vida a sí mismo. Cada creyente es un eslabón en la gran cadena de los creyentes. La Iglesia es la primera que cree, y así conduce y alimenta mi fe.

20.- La salvación viene sólo de Dios; pero puesto que recibimos la vida de la fe a través de la Iglesia que nos da el bautismo, ella es nuestra madre y, porque es nuestra madre, es también la educadora de nuestra fe. Ella nos enseña qué debemos creer y nos educa en la fe.
¿Por qué le creemos a Dios?. A causa de la autoridad de Dios mismo que revela y que no puede engañarse ni engañarnos. “Sin embargo, para que el homenaje de nuestra fe fuese conforme a la razón, Dios ha querido que los auxilios interiores del Espíritu Santo vayan acompañados de las pruebas exteriores de su revelación. Los milagros de Cristo y de los santos, las profecías, la propagación y la santidad de la Iglesia, su fecundidad y su estabilidad, son signos ciertos de la revelación adaptados a la inteligencia de todos, motivos de credibilidad que muestran que el asentimiento de la fe no es en modo alguno un movimiento ciego del espíritu” (156).

21.-Según todo lo hasta aquí afirmado, que resume lo enseñado por la Iglesia en su Catecismo, el cristiano presta su asentimiento de fe a lo que la Iglesia enseña como expresión de la Revelación pública y que se contiene en la Sagrada Escritura y en la Tradición que es explicitada y explicada en su Magisterio.

22.-Lo que es contenido de revelaciones privadas no puede exigir el mismo nivel de adhesión. De hecho, la Iglesia sólo se pronuncia desde la prudencia pastoral y según lo ya indicado en el N° 14 de este informe, página 4.