Desde el Siglo XIX un grupo de “estudiosos” bíblicos católicos, protestantes y judíos se han dado a la
tarea de desmontar la Biblia, de hacer de ella solo un libro de cuentos plagados de errores, de quitarle el
peso espiritual de ser Palabra de Dios para reducirlo a consejas de viejas. Entre los muchos errores que
enseñan están la de estudiosos judíos que dicen que “Israel nunca fue esclavo en Egipto y que Moisés no
existió’ hasta “eruditos” católicos que dicen que el Libro de Isaías fue escrito por tres personas
diferentes y en épocas distintas, ellos dicen que el “Isaías” nuestro no pudo saber nada de la invasión
Babilónica doscientos años antes que sucedieran, anulado así el poder de la Profecía de Dios. Son
“cristianos y judíos ateos”. Curiosamente el anular el carácter de revelación del Profeta Isaías proviene
del Rabino Judío Ibn Ezra que ya lo había proclamado en el Siglo XI (1092-1167). El Libro de Isaías
es muy problemático para los judíos y es el que menos se lee hoy en la Sinagoga pues Isaías es el
Profeta que anuncia y describe a Jesús como Mesías así que ya se entiende porque anular este
libro santo.
son Cabe destacar que demeritar el libro de Isaías anunciándonos s que ha habido fraude es poner en
duda la existencia de Jesús del cual Isaías es quien más habla y por eso se le llama a su libro el
“Evangelio de Isaías”. ¿¿¿Si se nos mintió en los autores quien garantiza que no se mintió en lo que
escribieron???
Bastaría saber quién canonizo el libro de Isaías para terminar el debate, pero quien o hizo es el
mismo que ellos quieren borrar de la historia, Jesús. Jesús dice en San Juan 12 “38 Para que se
cumpliese el dicho que dijo el profeta Isaías: ¿Señor, ¿quién ha creído a nuestro dicho?
¿Y el brazo del Señor, a quién es revelado? 39 Por esto no podían creer, porque otra vez
dijo Isaías: 40 Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón; Porque no vean con los
ojos, y entiendan de corazón, Y se conviertan, Y yo los sane. 41 Estas cosas dijo Isaías
cuando vio su gloria, y habló de él.”. Aparentemente estas gentes saben más que el
Verbo Encarnado.
Para un Católico debería bastar que todos los concilios desde el de Roma en el Siglo
IV hasta el Vaticano II habla de Isaías como autor de su libro profético. En la IV sesión, del
día 8 de abril de 1546, el Santo Concilio estableció la lista siguiente: Son libros
sagrados y canónicos: Del AT. 1. Históricos: Gn, Ex, Lv, Num, Dt, Jos, Jue, Rt, 1-II
Sam, 1-II Re, I-II Cr., Es, Nh, Tb, Jdt, Est, 1-II Mac. 2. Didácticos: Job, Sal, Pr, Eccle,
Cant, Sab, Ecli. 3. Proféticos: ISAIAS, Jer, Bar, Ez, Dan, Os, JI, Am, Ab, Jon, Mi, Na,
Hab, Sof, Ag, Za, Mal. Del NT. 1. Históricos: Mt, Mc, Lc, Jn, Act. 2. Didácticos: Cartas
de San Pablo: Cartas Católicas. 3. Proféticos: Apoc.
El Concilio Vaticano en la Constitución Dogmática Dei Verbum dice “Las verdades
reveladas por Dios, que se contienen y manifiestan en la Sagrada Escritura, se
consignaron por inspiración del Espíritu Santo. La santa Madre Iglesia, según la fe
apostólica, tiene por santos y canónicos los libros enteros del Antiguo y del Nuevo
Testamento con todas sus partes, porque, escritos bajo la inspiración del Espíritu
Santo (cf. Jn., 20, 31; 2 Tim., 3, 16; 2 Pe., 1, 19-20; 3, 15-16), tienen a Dios como
autor, y como tales se le han confiado a la misma Iglesia [17].” Y “Puesto que todo
lo que los autores inspirados o hagiógrafos afirman debe tenerse como afirmado por
el Espíritu Santo, hay que confesar que los libros de la Escritura enseñan
firmemente, con fidelidad y sin error, la verdad que Dios quiso consignar en las
sagradas letras para nuestra salvación [21]. Así, pues, “toda la Escritura (es)
divinamente inspirada y útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en
la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y preparado para toda obra
buena” (2 Tim., 3, 16-17 gr.).”
Esto debería bastar, pero no. Se sigue confundiendo al fiel y poniendo duda en su
corazón.
Que este Libro es del Profeta (Uno solo) es lo que creyeron los primeros autores cristianos. Esta fue la
opinión de los rabinos y las Iglesias cristianas de manera unánime hasta el siglo XIX. El primero en
expresar esta consideración fue el teólogo alemán-suizo Bernhard Duhm quién sostuvo que el libro se
compone de tres colecciones separadas de oráculos. Evidentemente de Alemania hace 500 años no
salen mas que abominaciones.
Durante casi veinticinco siglos, nadie dudaba que Isaías, hijo de Amós, fuera el autor de todo el libro
que lleva su nombre. La unidad literaria de Isaías no se dudaba hasta épocas relativamente
recientes. No hay evidencia de que los antiguos, a unos cientos de años después de la época de
Isaías, supieran de problemas en relación con los escritos del profeta. Incluso los traductores o la
traducción de la Septuaginta 8 (aprox. 200 aC) no mostraron signos de creer que los 66 capítulos de
Isaías no fueran trabajo de él. Tampoco los copistas del texto de Isaías parecieron estar al tanto de
cualquier otro autor.
El rabino Ibn Ezra (1092-1167) tal como ya dijimos fue de los primeros que pusieron en duda la
unidad de Isaías. Vivió en el siglo XII dC, aunque no se habló mucho de su “perspectiva” sino hasta
el siglo XVIII, cuando hubo un aumento de “críticos”. Un supuesto especialista dijo que un “X”
capítulo no podría haber sido escrito por Isaías, otro dijo que “Y” versículo no podría haber llegado
de la pluma de Isaías, y así sucesivamente. De modo que concluyeron que debió haber habido dos
o quizá tres Isaías, conocidos como Deutero-Isaías y Trito-Isaías. Al “primer” Isaías lo referenciaban
como “Proto-Isaías”. No hay profeta, no hay profecías sobre Jesús. Así de simple.
Desde finales de 1800, los críticos negativos (ahora los Católicos y protestantes se unen a los
judíos) han aumentado. La razón principal por la cual los críticos declaran que el trabajo de Isaías
es el trabajo de al menos dos escritores es porque creen que un profeta no podía ver más allá del
horizonte de su propio tiempo. Según ellos, sería imposible para la vida de Isaías (alrededor del
700 aC.) hablar de Ciro el Grande (600/575-530 aC). En consecuencia, Isaías 44:28 y 45:1, serían
de fecha muy posterior a 700 aC, y piensan que debieron haber sido escritos después del tiempo de
Ciro el Grande por un autor que usaba el nombre “Isaías” como seudónimo. La Alta Crítica procede
de la suposición de que la predicción de un futuro lejano es imposible. Ellos no creen que Isaías
haya podido hablar de un cautiverio babilónico y de Ciro el Grande como el libertador de la
cautividad. Por tanto, la Alta Crítica dice que estas secciones del libro de Isaías debieron haber sido
escritas después de los acontecimientos que realmente ocurrieron, y luego se hicieron aparecer
como si fueran profecías.
A pesar de los cuestionamientos que ha sufrido, la atribución tradicional de toda la obra al profeta
Isaías se ve apoyada por diversas fuentes comprobables: la tradición judía, la versión griega de los
LXX (Septuaginta) y la afirmación de Eclesiástico 11 (48:17-25) y los rollos del mar Muerto (Qumrán 12 ),
aunque en estos últimos, el libro de Isaías está seccionado en dos rollos diferentes, uno hasta el
capítulo 39 y otros desde el capítulo 40 13 hasta el 66. Este manuscrito se realizó hacia el año 100 aC
y es el más antiguo que se conoce.
Por otro lado, existen razones de peso para mantener que el libro de Isaías es obra de un solo
escritor. Una de ellas es el uso constante de ciertas expresiones. Por ejemplo, el apelativo divino “el
Santo de Israel” aparece doce veces en los capítulos 1 a 39 del libro, y trece veces en los capítulos
40 a 66. Sin embargo, en el resto de las Escrituras Hebreas solo se emplea en seis ocasiones. El
uso repetido de esta designación, infrecuente en los demás libros, es una prueba a favor de que
hubo un único escritor.
Entre los capítulos 1 a 39 y 40 a 66. En ambas secciones se utilizan con frecuencia las mismas
figuras retóricas, como la de una mujer con dolores de parto y un “camino” o una “calzada”.
También se hace referencia a “Sión” repetidamente: veintinueve veces en los capítulos 1 a 39 y
dieciocho en los capítulos 40 a 66. De hecho, en Isaías se menciona a Sion en más ocasiones que
en cualquier otro libro de la Biblia. Tales pruebas, según The International Standard Bible
Encyclopedia, “imprimen al libro una individualidad que sería difícil de explicar” si hubiera tenido
dos, tres o más escritores.
Además, todo argumento basado en el estilo es precario, inestable, ya que el estilo de un autor
puede variar según su propósito, su público, su estado de ánimo, su edad y otros factores. Motyer,
autor del Nuevo comentario bíblico (Editorial Mundo Hispano, USA, 1996), opina que “Resulta
intolerablemente intransigente y falto de imaginación negar que un solo autor no sea capaz de usar
diferentes estilos”.
La principal prueba de que Isaías fue obra de un solo escritor se encuentra en otros libros
inspirados: las Escrituras cristianas, que son la base del NT. Estas indican claramente que los
cristianos del siglo primero creían que el profeta había compuesto la totalidad del libro. Lucas, por
ejemplo, habla de un funcionario etíope que estaba leyendo parte de lo que ahora constituye el
capítulo 53 de Isaías, el cual, según los críticos modernos, se debe a la pluma del Deutero-Isaías.
Pero Lucas dice que el etíope “leía en voz alta al profeta Isaías” (Hechos 8:26-28).
Otro ejemplo lo hallamos en el evangelista Mateo, quien explica que el ministerio de Juan el
Bautista cumplió las palabras proféticas que ahora leemos en Isaías 40:3. Mateo identificó al
escritor sencillamente como “Isaías el profeta” (Mt 3:1-3). En otra ocasión, y como inicio de su vida
pública y ministerio, Jesús tomó un rollo y leyó las palabras que actualmente aparecen en Isaías
61:1-2:
“El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ungió; me ha enviado a predicar buenas nuevas a
los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los
presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad del Señor, y el día de
venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados.”
Al terminar la lectura, Jesús dijo: “hoy se ha cumplido esta escritura delante de vosotros” (Lc
4:21b). San Lucas indica en su relato que “se le dio el rollo del profeta Isaías” (Lc 4:17). En su carta
a los Romanos, San Pablo cita tanto de las primeras secciones como de las últimas del libro
profético, y en ningún momento da a entender siquiera que no las haya redactado una misma
persona: Isaías (Romanos 10:16,20;15:12). Es obvio, que los cristianos del siglo primero no creían
que el libro de Isaías fuera obra de dos, tres o más escritores.
En el contexto geográfico, el autor menciona cedros, olivos, arrayanes 14 , cipreses, que descartan
Egipto o Caldea (Is. 41.19; 55.13) como su lugar de residencia. Los paisajes o climas que usa en
sus metáforas no reflejan el entorno babilónico: montes, bosques, el mar, la nieve, la tierra
fertilizada por la lluvia, no por el desbordamiento de ríos o por irrigación (Is 40:12; 41:15; 43:16;
44:27; 48:18).
Veamos también el testimonio de los rollos de Qumrán. Muchos de estos documentos antiguos son
anteriores a Jesucristo. En el manuscrito conocido como el Rollo de Isaías, que data del siglo II aC,
lo que ahora conocemos como el capítulo 40 empieza en la última línea de una columna, y la
oración inicial concluye en la columna siguiente. Está claro que el copista no tenía conocimiento de
que en ese punto del libro hubiese un supuesto cambio de escritor o división.
Examinemos ahora el testimonio del historiador judío del siglo I, Flavio Josefo (37-101). Este no
sólo señala que las profecías de Isaías acerca de Ciro el Grande se escribieron en el siglo VIII aC.,
sino también que aquel monarca estaba al tanto de su contenido. “Ciro conoció esto al leer el libro
en que Isaías emitió profecías relativas a él y que su autor había legado doscientos diez años
antes”, escribió Josefo. Según él, Ciro el Grande quedó tan impresionado por el cumplimiento de la
profecía, que permitió el regreso de los judíos a su patria y su posterior reconstrucción. Josefo
señala que a este rey “lo embargó una suerte de ímpetu y pasión por cumplir lo escrito” 15
También se menciona a Josías y lo que iba a hacer, ¡3 siglos antes! La profecía se cumplió según 1
Reyes 13:2; 2 Reyes 23.15 y 16.
Muchos críticos señalan que del capítulo 40 en adelante se habla de Babilonia como el imperio
dominante y de los israelitas como si ya estuvieran en el exilio. Hay que tener en cuenta que aun
antes del capítulo 40 se presenta a veces a Babilonia como la potencia mundial dominante. Por
ejemplo, en Isaías 13:19 se la llama “Hermosura de reinos y ornamento de la grandeza de los
Caldeos”. Estas palabras son claramente proféticas, ya que Babilonia no se convirtió en potencia
mundial hasta más de un siglo después. Un crítico “resuelve” esta aparente dificultad afirmando que
el capítulo 13 de Isaías pertenece a otro escritor. Pero lo cierto es que en las profecías bíblicas es
bastante común que se hable de sucesos futuros como si ya hubieran tenido lugar. Este recurso
literario recalca de forma eficaz la certeza del cumplimiento de la profecía en cuestión (Apocalipsis
21:5-6). Además, la cita de Is 13:1 certifica que Isaías es el autor; e Is 39:1 hace mención de que el
rey Ezequías recibe a representantes de Babilonia, a cuya alianza Isaías se opuso, pero no fue
escuchado a la postre produjo el colapso de Juda.
La cita más concluyente del NT es Juan 12:38-41. El versículo 40 cita a Isaías 6:9-10 (de la primera
sección del libro de Isaías). El versículo 38 cita a Isaías 53:1 (de la última sección del libro de
Isaías) y también el versículo 41: “Estas cosas dijo Isaías, cuando vio su gloria, y hablaban de él”.
Obviamente, era el mismo Isaías quien vio la gloria de Cristo en el templo de la visión de Isaías 6,
tanto como quien también habló de Cristo en Isaías 53:1.
Si no fuera el mismo autor que compuso, tanto el capítulo 6 y capítulo 53 (del libro de Isaías), el
escritor del NT debió haber cometido un error. De ello se deduce que los que abogan por la “teoría
del Deutero-Isaías” deben reconocer implícitamente la existencia de errores en el NT, y este es un
asunto muy serio.
Los detalles de los pasajes de Jerusalén en los capítulos 56-66 no armonizan con el período
postexílico. Los tipos de pecados asemejan el período pre-exílico y los profetas que hablaron en
ese tiempo, como Amos y Miqueas Isaías hablo de:
Hipocresía en la religión (Is 29.13; 58:2-4)
Violencia (Is 1.15; 59:3-7).
Degeneración moral en el reinado de Manasés (Is 59.8).
Idolatría, sacrificio a los ídolos (Is 57:4-5; 65:2-3; 66:17).
Conclusiones.
El libro no fue escrito “de un tirón”, sino a lo largo de muchos años. Y así, la respuesta a la
pregunta, “¿Qué diferencia hace quién escribió el libro de Isaías?” es de enorme importancia: o
Jesús dijo una mentira deliberada, ó Él ignoraba el hecho de que Isaías no escribió la cita, o Él
acomodó y uso la tradición de Isaías a su favor.
El libro de Isaías fue pertinente para los judíos del reino del Norte que habían escapado y se
refugiaron en el reino del Sur, y luego para los exiliados. Fue pertinente para el rey Ezequías, ya
que confió en la alianza con Babilonia mas que en Dios y perdió.
Según Gerhard Von Rad (1901-1971) 17 “El propósito de recrear la salida de Babilonia con júbilo y
poderío del Señor, y conectarlo con la salida de Egipto, fuerza a recordar o a enfocar al pueblo a
mirar hacia lo que Dios ha hecho en el pasado”. Es la insistencia del mensaje de Dios en Isaías: lo
que Dios hizo en el pasado garantiza que cumplirá lo que dice que hará en el futuro. Esto es
pertinente para nosotros HOY. Quiere decir que, si Jesús prometió que vendría por segunda vez,
así lo hará, ya que Jesús es Dios.
Von Rad comenta: “En realidad, Isaías plantea con toda crudeza la cuestión de quién es el que
decide en la historia del mundo”, y sorprende el modo que tiene de agregar, “Señor del mundo es
aquel que puede predecir con exactitud el futuro”.
La afirmación de Jesús acerca de la autoría de Isaías es aceptable, y no las teorías de los
estudiosos que la niegan. Las cuestiones en juego son considerables y no van a desaparecer. El
método histórico-crítico de la visión de la Biblia es el gran enemigo de la fe evangélica. La manera
en que Ud. lea y entienda las Escrituras hará la diferencia en su estilo de vida ahora y afectará su
destino eterno.
Datos tomados de UNAM-FCA/Isaías un solo autor.