Diferencia en Hebreo entre imagen e ídolo.
Deuteronomio 4, 15 Guardad, pues, mucho vuestras almas; pues
ninguna figura visteis el día que Yahvé habló con vosotros de en medio
del fuego; 16 para que no os corrompáis y hagáis para vosotros
escultura, imagen de figura alguna, efigie de varón o hembra, 17 figura
de animal alguno que está en la tierra, figura de ave alguna alada que
vuele por el aire, Deuteronomio 4,15-17
El versículo 15 habla de formas הָנּומְּת las cuales son definidas en los
siguientes versículos el 16 y 17. Ídolo (pèsel)
Ahora bien, si vamos al texto hebreo original de este versículo veremos
que
4, 16 ׃הבקנ וא רכז תינבת למס־לכ תנומת לספ םכל םתיׂשעו ןותחׁשת־ןפ
¡En este texto se usa la palabra PE’SEL פסל! que es la palabra prohibida
del decálogo, en Éxodo 20,4, Pesel.
Pero debemos recordar que en hebreo existen palabras diferentes para
decir ÍDOLO e IMAGEN.
ÍDOLO como hemos visto se dice PE’SEL, lo prohibido ahora bien
tenemos otras dos palabras que es TSE’LEM צלם según el diccionario
protestante Strom la palabra “imagen” en hebreo, צֶלֶם (tzelem), es un
ejemplo de cómo funciona el hebreo, el cual es un idioma con raíces. La
raíz de la palabra “Tsel” צֶלֶם se relaciona con la palabra “sombra” en
hebreo: צֵל (tzel). Una sombra es una imagen imperfecta que se
asemeja a la cosa real que proyecta. La “imagen de Dios”, tze’lem
Elohim, también puede ser entendida, por lo tanto, como tzel Elohim,
“sombra de Dios”, en el sentido en que es una copia imperfecta de la
imagen real perfecta.
o imagen y o PITTUACH חּתּפ que puede ser una imagen estilo bajo
relieve y que es permitido veáse para esto veamos: en I Reyes 6, 27-29
“27 Puso estos querubines (Tse’lem) dentro de la casa en el lugar
santísimo, los cuales extendían sus alas, de modo que el ala de uno
tocaba una pared, y el ala del otro tocaba la otra pared, y las otras dos
alas se tocaban la una a la otra en medio de la casa. 28 Y cubrió de oro
los querubines. 29 Y esculpió todas las paredes (petu’ech) de la casa
alrededor de diversas figuras, de querubines, de palmeras y de botones
de flores, por dentro y por fuera.
También:
1Samuel 6,5). 6 Estuvo el arca de Jehová en la tierra de los filisteos siete
meses. 2 Entonces los filisteos, llamando a los sacerdotes y adivinos,
preguntaron: ¿Qué haremos del arca de Jehová? Hacednos saber de
qué manera la hemos de volver a enviar a su lugar. 3 Ellos dijeron: Si
enviáis el arca del Dios de Israel, no la enviéis vacía, sino pagadle la
expiación; entonces seréis sanos, y conoceréis por qué no se apartó de
vosotros su mano. 4 Y ellos dijeron: ¿Y qué será la expiación que le
pagaremos? Ellos respondieron: Conforme al número de los príncipes
de los filisteos, cinco tumores de oro (Tselem), y cinco ratones de oro
(Tselem), porque una misma plaga ha afligido a todos vosotros y a
vuestros príncipes. 5 Haréis, pues, figuras de vuestros tumores, y de
vuestros ratones que destruyen la tierra, y daréis gloria al Dios de
Israel; quizá aliviará su mano de sobre vosotros y de sobre vuestros
dioses, y de sobre vuestra tierra. 6
¿Si fuera cierto Dios prohíbe todo tipo de imágenes, porque acepta el
sacrificio de las TSELEM=IMÁGENES REPRESENTATIVAS de ratas?
¿Por qué manda hacer una IMAGEN de rata cuando estaba prohibido?
También en el famoso pasaje del desierto:
” 8 y el Señor le dijo: Hazte una serpiente y ponla en una asta. Todos los
que sean mordidos y la miren, vivirán. 9 Moisés hizo una serpiente de
bronce y la puso en una asta. Los que eran mordidos miraban a la
serpiente de bronce y vivían.” Numero 21
¡Recordemos que esta serpiente en la asta era nada más y nada menos
que una imagen de Jesús sanador de nuestras enfermedades!
El Decálogo prohíbe imágenes idolátricas (pesel), no imágenes
representativas (tselem). Deuteronomio 4,15-17 también los prohíbe,
pero nunca se prohíbe tselem o pettuach.
La Imagen de la serpiente en el hasta era un Tselen (imagen
representativa) pero los israelitas al pasar de los años la convirtieron en
un Pesel y por eso tuvieron que destruirla.
Cada vez que se refiere a un ídolo, o a una imagen idolátrica, se usa
Pesel. Imagen Tselen, imagen de relieve Petue’sh
Un dato curioso:
El Salmo 74 habla de que en el templo de Jerusalén había esculturas
talladas, pero no idolátricas, ya que se usa la palabra «Petu’ech », pero,
(cosa curiosa), la Reina Valera no la traduce como «escultura»:
Biblia Católica “5. Lo derribaron todo con el hacha como leñadores en
el bosque;6. el enmaderado y sus esculturas los demolieron a machete
y azuela.”
La Biblia protestante lo traduce de esta forma:
“La5 Se parecen a los que levantan El hacha en medio de tupido bosque.
6 Y ahora con hachas y martillos Han quebrado todas sus
ENTALLADURAS” una malévola alteración de la Palabra de Dios, pues la
Palabra “entalladura” se dice “Quetseb”.
Acá la palabra que se usa en el original es PITTUACH que se traduce
“como imagen tallada o grabada” porque si vamos a ver que eran esas
“entalladuras que dicen fueron “derribadas” …pues según 1 Reyes 6:29
Reina-Valera 1960 “ 29 Y esculpió todas las paredes de la casa alrededor
de diversas FIGURAS DE QUERUBINES, de palmeras y de botones de
flores, por dentro y por fuera.” No fueron “entalladuras” fueron
“imágenes grabadas” (relieves)
En síntesis, podemos afirmar:
1.-Imagen e ídolo en las Escrituras son dos cosas diferentes, ya que
existen tres vocablos para designar esas realidades.
2.-Con la evidencia anterior, queda claro que Dios no se contradice, ya
que Él prohíbe los “Pesel” y darles culto, nunca ha prohibido ni los
tselem ni los Petu’ach
Nosotros no tenemos en nuestras Iglesias “Pesel” (ídolos), nosotros
tenemos Tselem y Pituach o Imágenes o esculturas.
Dice el Santo Concilio de Trento, Siglo XVI
Enseñen con esmero los Obispos que por medio de las historias de
nuestra redención, expresadas en pinturas y otras copias, se instruye y
confirma el pueblo recordándole los artículos de la fe, y
recapacitándole continuamente en ellos: además que se saca mucho
fruto de todas las sagradas imágenes, no sólo porque recuerdan al
pueblo los beneficios y dones que Cristo les ha concedido, sino también
porque se exponen a los ojos de los fieles los saludables ejemplos de los
santos, y los milagros que Dios ha obrado por ellos, con el fin de que
den gracias a Dios por ellos, y arreglen su vida y costumbres a los
ejemplos de los mismos santos; así como para que se exciten a adorar,
y amar a Dios, y practicar la piedad. Y si alguno enseñare, o sintiere lo
contrario a estos decretos, sea excomulgado.
Mas si se hubieren introducido algunos abusos en estas santas y
saludables prácticas, desea ardientemente el santo Concilio que se
exterminen de todo punto; de suerte que no se coloquen imágenes
algunas de falsos dogmas, ni que den ocasión a los rudos de peligrosos
errores. Y si aconteciere que se expresen y figuren en alguna ocasión
historias y narraciones de la sagrada Escritura, por ser estas
convenientes a la instrucción de la ignorante plebe; enséñese al pueblo
que esto no es copiar la divinidad, como si fuera posible que se viese
esta con ojos corporales, o pudiese expresarse con colores o figuras.
Destiérrese absolutamente toda superstición en la invocación de los
santos, en la veneración de las reliquias, y en el sagrado uso de las
imágenes; ahuyéntese toda ganancia sórdida; evítese en fin toda
torpeza; de manera que no se pinten ni adornen las imágenes con
hermosura escandalosa; ni abusen tampoco los hombres de las fiestas
de los santos, ni de la visita de las reliquias, para tener convitonas, ni
embriagueces: como si el lujo y lascivia fuese el culto con que deban
celebrar los días de fiesta en honor de los santos.
Además de esto, declara que se deben tener y conservar,
principalmente en los templos, las imágenes de Cristo, de la Virgen
madre de Dios, y de otros santos, y que se les debe dar el
correspondiente honor y veneración: no porque se crea que hay en
ellas divinidad, o virtud alguna por la que merezcan el culto, o que se
les deba pedir alguna cosa, o que se haya de poner la confianza en las
imágenes, como hacían en otros tiempos los gentiles, que colocaban su
esperanza en los ídolos; sino porque el honor que se da a las imágenes,
se refiere a los originales representados en ellas; de suerte, que
adoremos a Cristo por medio de las imágenes que besamos, y en cuya
presencia nos descubrimos y arrodillamos; y veneremos a los santos,
cuya semejanza tienen: todo lo cual es lo que se halla establecido en los
decretos de los concilios, y en especial en los del segundo Niceno
contra los impugnadores de las imágenes.
Manda el santo Concilio a todos los Obispos, y demás personas que
tienen el cargo y obligación de enseñar, que instruyan con exactitud a
los fieles ante todas cosas, sobre la intercesión e invocación de los
santos, honor de las reliquias, y uso legítimo de las imágenes, según la
costumbre de la Iglesia Católica y Apostólica, recibida desde los tiempos
primitivos de la religión cristiana, y según el consentimiento de los
santos Padres, y los decretos de los sagrados concilios; enseñándoles
que los santos que reinan juntamente con Cristo, ruegan a Dios por los
hombres; que es bueno y útil invocarlos humildemente, y recurrir a sus
oraciones, intercesión y auxilio para alcanzar de Dios los beneficios por
Jesucristo su hijo, nuestro Señor, que es el único redentor y salvador
nuestro; y que piensan impíamente los que niegan que se deben
invocar los santos que gozan en el cielo de eterna felicidad; o los que
afirman que los santos no ruegan por los hombres; o que es idolatría
invocarlos, para que rueguen por nosotros, aun por cada uno en
particular; o que repugna a la palabra de Dios, y se opone al honor de
Jesucristo, único mediador entre Dios y los hombres; o que es necedad
suplicar verbal o mentalmente a los que reinan en el cielo.
Catecismo de la Iglesia:
La adoración
2096 La adoración es el primer acto de la virtud de la religión. Adorar a
Dios es reconocerle como Dios, como Creador y Salvador, Señor y
Dueño de todo lo que existe, como Amor infinito y misericordioso.
“Adorarás al Señor tu Dios y sólo a él darás culto” (Lc 4, 8), dice Jesús
citando el Deuteronomio (6, 13).
2097 Adorar a Dios es reconocer, con respeto y sumisión absolutos, la
“nada de la criatura”, que sólo existe por Dios. Adorar a Dios es
alabarlo, exaltarle y humillarse a sí mismo, como hace María en el
Magníficat, confesando con gratitud que Él ha hecho grandes cosas y
que su nombre es santo (cf Lc 1, 46-49). La adoración del Dios único
libera al hombre del repliegue sobre sí mismo, de la esclavitud del
pecado y de la idolatría del mundo.
II. “No habrá para ti otros dioses delante de mí”
2110 El primer mandamiento prohíbe honrar a dioses distintos del
Único Señor que se ha revelado a su pueblo. Proscribe la superstición y
la irreligión. La superstición representa en cierta manera una
perversión, por exceso, de la religión. La irreligión es un vicio opuesto
por defecto a la virtud de la religión.
La superstición
2111 La superstición es la desviación del sentimiento religioso y de las
prácticas que impone. Puede afectar también al culto que damos al
verdadero Dios, por ejemplo, cuando se atribuye una importancia, de
algún modo, mágica a ciertas prácticas, por otra parte, legítimas o
necesarias. Atribuir su eficacia a la sola materialidad de las oraciones o
de los signos sacramentales, prescindiendo de las disposiciones
interiores que exigen, es caer en la superstición (cf Mt 23, 16-22).
La idolatría
2112 El primer mandamiento condena el politeísmo. Exige al hombre
no creer en otros dioses que el Dios verdadero. Y no venerar otras
divinidades que al único Dios. La Escritura recuerda constantemente
este rechazo de los “ídolos […] oro y plata, obra de las manos de los
hombres”, que “tienen boca y no hablan, ojos y no ven”. Estos ídolos
vanos hacen vano al que les da culto: “Como ellos serán los que los
hacen, cuantos en ellos ponen su confianza” (Sal 115, 4-5.8; cf. Is 44, 9-
20; Jr 10, 1-16; Dn 14, 1-30; Ba 6; Sb 13, 1-15,19). Dios, por el contrario,
es el “Dios vivo” (Jos 3, 10; Sal 42, 3, etc.), que da vida e interviene en la
historia.
2113 La idolatría no se refiere sólo a los cultos falsos del paganismo. Es
una tentación constante de la fe. Consiste en divinizar lo que no es
Dios. Hay idolatría desde el momento en que el hombre honra y
reverencia a una criatura en lugar de Dios. Trátese de dioses o de
demonios (por ejemplo, el satanismo), de poder, de placer, de la raza,
de los antepasados, del Estado, del dinero, etc. “No podéis servir a Dios
y al dinero”, dice Jesús (Mt 6, 24). Numerosos mártires han muerto por
no adorar a “la Bestia” (cf Ap 13-14), negándose incluso a simular su
culto. La idolatría rechaza el único Señorío de Dios; es, por tanto,
incompatible con la comunión divina (cf Gál 5, 20; Ef 5, 5).
2114 La vida humana se unifica en la adoración del Dios Único. El
mandamiento de adorar al único Señor da unidad al hombre y lo salva
de una dispersión infinita. La idolatría es una perversión del sentido
religioso innato en el hombre. El idólatra es el que “aplica a cualquier
cosa, en lugar de a Dios, la indestructible noción de Dios”
(Orígenes, Contra Celsum, 2, 40).
V. “No te harás escultura alguna…”
2129 El mandamiento divino implicaba la prohibición de toda
representación de Dios por mano del hombre. El Deuteronomio lo
explica así: “Puesto que no visteis figura alguna el día en que el Señor
os habló en el Horeb de en medio del fuego, no vayáis a prevaricar y os
hagáis alguna escultura de cualquier representación que sea…” (Dt 4,
15-16). Quien se revela a Israel es el Dios absolutamente Trascendente.
“Él lo es todo”, pero al mismo tiempo “está por encima de todas sus
obras” (Si 43, 27- 28). Es la fuente de toda belleza creada (cf. Sb 13, 3).
2130 Sin embargo, ya en el Antiguo Testamento Dios ordenó o permitió
la institución de imágenes que conducirían simbólicamente a la
salvación por el Verbo encarnado: la serpiente de bronce (cf Nm 21, 4-
9; Sb 16, 5-14; Jn 3, 14-15), el arca de la Alianza y los querubines
(cf Ex 25, 10-12; 1 R 6, 23-28; 7, 23-26).
2131 Fundándose en el misterio del Verbo encarnado, el séptimo
Concilio Ecuménico (celebrado en Nicea el año 787), justificó contra los
iconoclastas el culto de las sagradas imágenes: las de Cristo, pero
también las de la Madre de Dios, de los ángeles y de todos los santos. El
Hijo de Dios, al encarnarse, inauguró una nueva “economía” de las
imágenes.
2132 El culto cristiano de las imágenes no es contrario al primer
mandamiento que proscribe los ídolos. En efecto, “el honor dado a una
imagen se remonta al modelo original” (San Basilio Magno, Liber de
Spiritu Sancto, 18, 45), “el que venera una imagen, venera al que en ella
está representado” (Concilio de Nicea II: DS 601; cf Concilio de Trento:
DS 1821-1825; Concilio Vaticano II: SC 125; LG 67). El honor tributado a
las imágenes sagradas es una “veneración respetuosa”, no una
adoración, que sólo corresponde a Dios:
«El culto de la religión no se dirige a las imágenes en sí mismas como
realidades, sino que las mira bajo su aspecto propio de imágenes que
nos conducen a Dios encarnado. Ahora bien, el movimiento que se
dirige a la imagen en cuanto tal, no se detiene en ella, sino que tiende a
la realidad de la
Adivinación y magia
2115 Dios puede revelar el porvenir a sus profetas o a otros santos. Sin
embargo, la actitud cristiana justa consiste en entregarse con confianza
en las manos de la providencia en lo que se refiere al futuro y en
abandonar toda curiosidad malsana al respecto. Sin embargo, la
imprevisión puede constituir una falta de responsabilidad.
2116 Todas las formas de adivinación deben rechazarse: el recurso a
Satán o a los demonios, la evocación de los muertos, y otras prácticas
que equivocadamente se supone “desvelan” el porvenir (cf Dt 18,
10; Jr 29, 8). La consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la
interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el
recurso a “mediums” encierran una voluntad de poder sobre el tiempo,
la historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de
granjearse la protección de poderes ocultos. Están en contradicción con
el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos
solamente a Dios.
2117 Todas las prácticas de magia o de hechicería mediante las que se
pretende domesticar potencias ocultas para ponerlas a su servicio y
obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo —aunque sea para
procurar la salud—, son gravemente contrarias a la virtud de la religión.
Estas prácticas son más condenables aun cuando van acompañadas de
una intención de dañar a otro, recurran o no a la intervención de los
demonios. Llevar amuletos es también reprensible.
El espiritismo implica con frecuencia prácticas adivinatorias o mágicas.
Por eso la Iglesia advierte a los fieles que se guarden de él. El recurso a
las medicinas llamadas tradicionales no legítima ni la invocación de las
potencias malignas, ni la explotación de la credulidad del prójimo.
2120 El sacrilegio consiste en profanar o tratar indignamente los
sacramentos y las otras acciones litúrgicas, así como las personas, las
cosas y los lugares consagrados a Dios. El sacrilegio es un pecado grave
sobre todo cuando es cometido contra la Eucaristía, pues en este
sacramento el Cuerpo de Cristo se nos hace presente substancialmente
(cf CIC can. 1367. 1376).