1 EL SACERDOCIO EN LA ANTIGUA ALIANZA.
Toda Alianza de Dios contiene estos elementos:
Testador de la Alianza
Los que entran a la alianza
Escritura o contrato
Templo
Sacerdocio
Altar
Culto
Sacrificio
- EL SACERDOCIO LEVÍTICO Durante los tiempos patriarcales, el padre
había sido el sacerdote de Dios en su familia. Al no matar Dios el
primogénito tanto de los hijos de Israel como de sus animales en la
ocasión de la décima plaga contra los egipcios, dijo: “Conságrame todo
primogénito. Cualquiera que abre matriz entre los hijos de Israel, así de
los hombres como de los animales, mío es” (Éxodo 13:2).
Se acepta de manera generalizada que la intención de Dios era
constituir al primogénito de cada familia sacerdote a favor de la misma.
Pero es evidente que los primogénitos de los israelitas perdieron este
privilegio de ser sacerdotes de Dios al asociarse con los demás israelitas
en la adoración del becerro de oro al pie del monte Sinaí. Sólo los
levitas se conservaron puros de ese acontecimiento idolátrico (Éxodo
32:25-28). A partir de ese entonces, la tribu de Leví recibió la
prominencia y Dios la escogió para que fuese la tribu sacerdotal.
Números 3:40-41 muestra que Dios deliberadamente substituyó a los
primogénitos por los levitas: “Y Jehová dijo a Moisés: cuenta todos los
primogénitos varones de los hijos de Israel de un mes arriba, y
cuéntalos por sus nombres. Y tomarás a los levitas para mí en lugar de
todos los primogénitos de los hijos de Israel, y los animales de los
levitas en lugar de todos los primogénitos de los animales de los hijos
de Israel. Yo Jehová.” Cuando Moisés contó los primogénitos,
resultaron 22,273 (Números 3:42-43). Fue una cantidad aproximada a
los levitas: 22,000 (Números 3:39). Por lo tanto, el cambio fue casi
igual. Dios hizo que los israelitas rescataran [redimieran] los 273
primogénitos excedentes (Números 3:46-51). Aarón fue de la tribu de
Leví. Dios lo separó a él y a su descendencia del resto de la tribu de Leví
para que fueran los que en efecto ministrasen ante él en el papel
sacerdotal (Éxodo 28:1).
Además de Aarón y sus hijos, la tribu de Leví tenía descendientes de
Coat, Merari y Gersón conocidos como los coatitas, meraritas y
gersonitas. Estas diferentes familias tuvieron distintas
responsabilidades concernientes al tabernáculo y la vida religiosa de los
israelitas, pero no ministraron ante Dios en el oficio de sacerdotes
como lo hicieron Aarón y sus hijos. Si bien todos los levitas fueron
mencionados a veces como sacerdotes (Josué 3:3), aún así, la palabra
“sacerdote” normalmente se aplicó a Aarón y a sus descendientes
como los que ministraban delante del altar, y la palabra “levitas” a
todos los demás. Por lo que, en la parábola del buen samaritano (Lucas
10:31-32), el “sacerdote” fue evidentemente descendiente de Aarón
que ofrecía sacrificios, y el “levita” era o descendiente de Coat o de
Merari o de Gersón. I. La Consagración De Aarón Y Sus Hijos. A. Se
Tuvieron Que Hacer Vestiduras Especiales Para Ellos. Éxodo capítulo 28
detalla minuciosamente las vestiduras sacerdotales; los versículos 2-39
describen las vestiduras del sumo sacerdote y el versículo 40 menciona
las vestiduras de los demás sacerdotes. Un estudio de ese capítulo
indica que estas vestiduras eran sumamente costosas y debieron haber
sido hermosísimas. Es de particular interés que el sumo sacerdote
llevase puesta sobre cada hombrera del efod una piedra de ónice
cubierta de oro. Fueron grabados en una de las piedras seis nombres de
las tribus de Israel y los otros seis nombres en la otra piedra. Aarón
debía llevar dos campanillas de oro en El Plan De Dios Revelado
El Sacerdocio Levítico
_ La tunica tenia en la orla del manto alrededor campanillas,
para que se oyera su sonido cuando él entrara en el santuario delante
de Jehová Dios y cuando saliera. Se dice que estas costosas vestiduras
fueron para honra y hermosura. No hay duda de que estas vestiduras
prefiguraron la “realeza” del sacerdocio del Nuevo Testamento (1ª de
Pedro 2:9) y la hermosura espiritual de los que hoy día ejercen el
sacerdocio ante Dios (Hebreos 7:26; Efesios 2:10; 1ª de Pedro 2:9).
. La Verdadera Consagración. Dios habló a Moisés, diciendo: “Toma a
Aarón y a sus hijos con él, y las vestiduras, el aceite de la unción, el
becerro de la expiación, los dos carneros, y el canastillo de los panes sin
levadura; y reúne toda la congregación a la puerta del tabernáculo de
reunión” (Levítico 8:2-3). Ante la congregación de los hijos de Israel
reunida al oriente del tabernáculo, Moisés lavó con agua a Aarón y a
sus hijos, les puso sus vestiduras, ungió con aceite el tabernáculo, los
muebles y a Aarón; degolló el becerro sobre el cual habían puesto sus
manos los sacerdotes, y santificó el altar con la sangre del becerro. Hizo
arder sobre el altar la grosura de los intestinos, del hígado, de los
riñones y los propios riñones. Pero el becerro, su piel, su carne y su
estiércol fueron quemados fuera del campamento. Después Moisés
hizo traer el carnero del holocausto sobre el cual impusieron sus manos
los sacerdotes; luego lo degolló, roció su sangre sobre el altar alrededor
e hizo arder la cabeza, y los trozos, y la grosura; y quemó todo el
carnero sobre el altar como ofrenda encendida a Jehová. Del mismo
modo, el otro carnero llamado el “carnero de las consagraciones”, fue
degollado después que Aarón y sus hijos le impusieron las manos, y la
sangre de ese carnero se usó para ungir la oreja derecha, el dedo pulgar
de la mano derecha y el dedo pulgar del pie derecho de los sacerdotes.
Se cree en forma generalizada que debía ser santificada la oreja,
porque con ella escucharía el sacerdote la ley de Dios; debía
santificarse la mano porque con ella ofrecería el sacerdote los
sacrificios a Dios; y debía ser santificado el pie porque con él pisaría el
sacerdote los lugares santos del tabernáculo.
El aceite y la sangre que estaban sobre el altar, Moisés los usó para
rociar a Aarón y a sus hijos para santificarlos a ellos y sus vestiduras. Se
les ordenó a Aarón y a sus hijos permanecer dentro del tabernáculo por
siete días, tiempo requerido para su consagración. Todo esto se
encuentra en Levítico capítulo 8, y debía guardarse conforme a lo que
Dios ordenó en Éxodo capítulo 29. C.
El Oficio Sacerdotal Se Dio Exclusivamente A Aarón Y A Sus Hijos. Dios
dijo a Moisés: “Y constituirás a Aarón y a sus hijos para que ejerzan su
sacerdocio; y el extraño [alguna otra persona] que se acercare, morirá”
(Números 3, 10). Llegó la ocasión cuando ciertos otros levitas
desafiaron tanto el liderazgo de Moisés como el sacerdocio de Aarón.
Ellos arguyeron que en vista de que también ellos eran santos, Moisés y
Aarón no debían estar en una posición elevada sobre ellos. A Coré,
Datán y Abiram [los tres líderes de la rebelión] los tragó vivos la tierra y
los 250 hombres que aspiraban ser sacerdotes los consumió el fuego.
El Sacerdocio Levítico
Eleazar [uno de los hijos de Aarón] tomó los incensarios de bronce que
los 250 hombres usaron para ofrecer incienso a Dios y los hizo planchas
batidas para cubrir el altar del incienso al cual se habían acercado ellos.
Números 16:40 señala el propósito de las planchas: “En recuerdo para
los hijos de Israel, de que ningún extraño que no sea de la descendencia
de Aarón se acerque para ofrecer incienso delante del Senor, para que
no sea como Coré y como su séquito; según se le dijo por medio de
Moisés.”
Números capítulo 16 menciona la rebelión anterior y la forma en que
terminó. Cuando el resto de los hijos de Israel acusó a Moisés y Aarón
de matar así al pueblo, Dios ordenó que se tomara una vara por cada
tribu [con el nombre de la respectiva tribu escrito en ella] y que las
pusieran delante del Senor en el tabernáculo del testimonio para que él
mostrase, en presencia del pueblo, quién era su sacerdote. Números
17, 7-10 nos refiere el resto de la historia: “Y Moisés puso las varas
delante en el tabernáculo del testimonio. Y aconteció que el día
siguiente vino Moisés al tabernáculo del testimonio; y he aquí que la
vara de Aarón de la casa de Leví había reverdecido, y echado flores, y
arrojado renuevos, y producido almendras. Entonces sacó Moisés todas
las varas de delante de Dios a todos los hijos de Israel; y ellos lo vieron,
y tomaron cada uno su vara. Y el Señor Dios dijo a Moisés: Vuelve la
vara de Aarón delante del testimonio, para que se guarde por señal a
los hijos rebeldes; y harás cesar sus quejas de delante de mí, para que
no mueran.”
Hebreos 9, 4 hace saber que la vara de Aarón sí fue guardada en el arca
del pacto. El rey Uzías, con su corazón enaltecido, se atrevió a entrar en
el lugar santo para quemar incienso allí delante de Dios a despecho de
la autoridad aarónica, pero fue afectado con lepra cuando se resistía a
los intentos de los sacerdotes de expulsarlo del templo (2º de Crónicas
26, 16-21).
Requisitos Para Ser Sacerdote.
A. Se Requería Buenas Condiciones Físicas. Se podía comer las cosas
santas con los demás sacerdotes que tuviesen algún defecto físico, pero
éste no podía servir en el lugar santo. Levítico 21, 17-23 dice: “Habla a
Aarón y dile: Ninguno de tus descendientes por sus generaciones, que
tenga algún defecto, se acercará para ofrecer el pan de su Dios. Porque
ningún varón en el cual haya defecto se acercará; varón ciego, o cojo, o
mutilado, o sobrado, o varón que tenga quebradura de pie o rotura de
mano, o jorobado, o enano, o que tenga nube en el ojo, o que tenga
sarna, o empeine, o testículo magullado. Ningún varón de la
descendencia del sacerdote Aarón, en el cual haya defecto, se acercará
para ofrecer las ofrendas encendidas para el Señor. Hay defecto en él;
no se acercará a ofrecer el pan de su Dios. Del pan de su Dios, de lo
muy santo y de las cosas santificadas, podrá comer. Pero no se acercará
tras el velo, ni se acercará al altar, por cuanto hay defecto en él; para
que no profane mi santuario, porque yo soy el que lo santifico.” Así
como la excelencia física de los corderos del sacrificio prefiguraron la
excelencia espiritual de Cristo, el verdadero cordero sin mancha y sin
contaminación (1ª de Pedro 1, 18-19) parece concluir, sin temor a
equivocarse, que la excelencia física de los que sirvieron a Dios como
sacerdotes en el Antiguo El Plan De Dios Revelado
El Sacerdocio Levítico
_ En el Antiguo Testamento prefiguraron la excelencia espiritual
de los que somos sacerdotes en la actualidad (1ª de Pedro 2, 5).
B. Se Requería Buenas Condiciones Morales. Elí era el sumo sacerdote
cuando nació Samuel. Sus hijos, que también eran sacerdotes (1º de
Samuel 1,3), eran impío en gran manera. 1º de Samuel capítulo 2 nos
habla de sus abominables obras. A Samuel, al cual Dios había escogido
para que sucediese a Elí, Dios le dio el siguiente mensaje: “He aquí haré
yo una cosa en Israel, que a quien la oyere, le retiñirán ambos oídos.
Aquel día yo cumpliré contra Elí todas las cosas que he dicho sobre su
casa, desde el principio hasta el fin. Y le mostraré que yo juzgaré su
casa para siempre, por la iniquidad que él sabe; porque sus hijos han
blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado” (1º de Samuel 3, 11-13).
Dios no quiso a los villanos hijos de Elí en su oficio sacerdotal. Tampoco
aprobó Dios la debilidad de carácter de Elí al tratar con ellos.
Malaquías capítulos 1 y 2 trataron sobre la apostasía de los sacerdotes
al cerrarse los escritos del Antiguo Testamento. Malaquías trató
enérgicamente con ellos. Ellos estaban contaminando el altar de Dios al
ofrecer animales enfermos en los sacrificios (Malaquías 1, 6-8), además
de que estaban haciendo que la gente se apartara de Dios (Malaquías
2,1-9).
C. Una Vista General De Los Deberes De Los Sacerdotes. El sacerdote
era mediador entre el hombre [el pecador] y Dios [contra quien se
cometía el pecado]. En sentido amplio, Hebreos 5,1-2 resume la misión
del sacerdocio: “Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los
hombres es constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se
refiere, para que presente ofrendas y sacrificios por los pecados; para
que se muestre paciente con los ignorantes y extraviados…” Es muy
difícil sintetizar todas las responsabilidades de los sacerdotes. “Las
principales responsabilidades de los sacerdotes eran
- vigilar el fuego del altar del holocausto para mantenerlo encendido
continuamente, día y noche (Levítico 6, 12-13; 2º de Crónicas 13, 10-
11);
-alimentar el aceite de las lámparas del candelero de oro que estaba en
frente del velo (Éxodo 27,20, 21; Levítico 24,2);
-ofrecer sacrificios por la mañana y por la tarde, cada uno debía estar
acompañado de las ofrendas de carne, flor de harina, aceite de olivas
machacadas y ofrendas de vino para la libación a la puerta del
tabernáculo (Éxodo 29,38-44). –
-También debían enseñar a los hijos de Israel los estatutos del Señor
(Levítico 10, 11; Deuteronomio 33, 8-10; 2º de Crónicas 15, 3; Ezequiel
44, 23-24).
-Durante sus peregrinaciones por el desierto a ellos les incumbía cubrir
el arca y todos los utensilios del santuario con un paño azul o carmesí y
las pieles de tejones antes de que pudiesen acercarse a ellos los levitas
(Números 4,5-15, 17-20). Para que la gente iniciara cada día su partida,
los hijos de Aarón debían hacer sonar alarma con las largas trompetas
de plata (Números 10,1-8). Los altamente capacitados levitas y las
escuelas de los profetas podían usar otros instrumentos musicales,
pero el toque de las trompetas solamente les correspondía a los
sacerdotes.
La presencia de los sacerdotes en los campos de batalla (1º de Crónicas
12,23, 27; 2º de Crónicas 20,21-22) llevó en posteriores períodos de la
historia judía a la designación especial de un sacerdote de guerra en
tales ocasiones. En el libro de Deuteronomio se dieron a entender otras
funciones que pudieron haberles dado mayor influencia como
educadores y civilizadores del pueblo. Debían actuar [ya sea colectiva o
individualmente, no se manifiesta claramente] como corte o tribunal de
apelaciones en las controversias más difíciles en los procesos penales o
civiles (Deuteronomio 17,8-13).
“El principal deber de los sacerdotes fue preparar y ofrecer los
sacrificios diaria, semanal, mensualmente y los que presentaban las
personas en las fiestas anuales mayores o en ocasiones especiales. Pero
en forma general, dirigieron los servicios
Por toda esta tipología tan hermosa podemos deducir que el oficio
sacerdotal judío anticipa y a la vez proclama tres ideas referentes
al PLAN DE SALVACIÓN:
1. La reconciliación : viene producto de la fe en el sacrificio de
Cristo en la cruz. Su derramamiento de sangre nos justifica
( Romanos 5, 6-9 ).
2. La mediación: Una de las labores del sumo sacerdote era
mediar por los pecados del pueblo ante el propiciatorio.
Según Hebreos 5, 1-2 , el sumo sacerdote era constituido a servir
a favor de los hombres al presentar sacrificios y ofrendas por el
pecado y para mostrar paciencia con los ignorantes y extraviados.
Merece notarse el hecho de que la palabra hebrea para sacerdote
(KOHEN), anuncia la idea de mediación, y significa: uno que ocupa
el lugar de otro y media a su favor.
3. La santificación: el objeto mismo de la reconciliación y la
mediación es buscar la santidad de vida. Israel como una nación
escogida debía ser un pueblo santo ( Deuteronomio 26, 19 ); y
cada individuo incorporado a esa comunidad santa debía realizar
en su vida privada y en todas sus empresas, el ideal ético-religioso
anticipado en la lámina de oro que el sumo sacerdote llevaba
sobre su mitra ( Éxodo 28, 36 ). La frase acuñada
decía: “SANTIDAD A ADONAI”
¿Qué es el Sumo Sacerdote en la Biblia?
El Sumo Sacerdote era el más importante de los sacerdotes, porque
era el único que podía entrar al Lugar Santísimo. Cada año tenia el
deber de rociar la sangre del sacrificio sobre el propiciatorio, para
expiar los pecados del pueblo (Ex 30, 10). Por lo tanto, era el
representante del pueblo ante Dios. Por esta razón, llevaba escritos los
nombres de las 12 tribus de Israel en el pectoral y en las hombreras,
como símbolo de que cargaba en él a la nación (Ex 29,12, 21, 29-30).
El sumo sacerdote era responsable de la supervisión suprema del Arca
de la Alianza (y del Templo), de los servicios divinos en general de todo
el personal relacionado con la totalidad del culto público. Era él quien
presidía el Sanedrín. Sólo él podía celebrar la liturgia en la Fiesta de la
Expiación, ocasión para la cual sólo se ponía sus costosas vestiduras una
vez terminados los sacrificios. Sólo él podía ofrecer sacrificios por sus
propios pecados y los del pueblo (Lev., iv, 5), entrar al sanctum
sanctorum y pedir consejo a Yahvé en ocasiones importantes.
Inicialmente, el cargo de sumo sacerdote en la casa de Aarón fue
hereditario, en la línea de su primogénito Eleazar, pero en el período
desde Helí hasta Abiatar (1131 a 973 A.C.), perteneció, por derecho de
primogenitura, a la línea de Itamar. Bajo el reinado de Seleucide (desde
cerca de 175 A.C.), el cargo se vendió por dinero al mayor postor. En un
período más tardío se tornó hereditario, en la familia de Hasmon. El
sumo sacerdocio desapareció con la destrucción del Santuario por los
romanos.
SACERDOCIO NUEVO TESTAMETO
El Sacerdocio en el AT comienza y surge de Aaron/ En el NT comienza y
surge de Cristo. Si ven siempre surge de uno solo y de ahí se despende
a los demas
El Sacerdocio del AT
El Sacerdocio en el AT es prefigura del Sacerdocio en el NT, asi lo dice
San Pablo en la Carta a los Hebreos capitulo 8:
Hablando del sacerdote dice:
5 Los cuales sirven de bosquejo y sombre de las cosas celestiales, como
fué respondido á Moisés cuando había de acabar el tabernáculo: Mira,
dice, haz todas las cosas conforme al dechado que te ha sido mostrado
en el monte. 6 Mas ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es
mediador de un mejor pacto, el cual ha sido formado sobre mejores
promesas. 7 Porque si aquel primero fuera sin falta, cierto no se hubiera
procurado lugar de segundo. 8 Porque reprendiéndolos dice: He aquí
vienen días, dice el Señor, Y consumaré para con la casa de Israel y para
con la casa de Judá un nuevo pacto;
EL Salmo 110 tiene la distinción de ser el texto del Antiguo Testamento
citado con más frecuencia en el Nuevo Testamento. Escrito por el rey
David, el Salmo 110 es un salmo de realeza que profetiza la ascensión y
el gobierno de un futuro rey mesiánico. Este rey, dice David, vendrá en
el poder del Señor (Sal 110, 2) y establecerá el gobierno de Dios en toda
la tierra (v. 5). Él juzgará entre las naciones (Sal 110, 6), derrotará los
enemigos de Dios (Sal 110,1, 6), y reunirá al pueblo de Dios para Sí
mismo (Sal 110,3). Y en un pasaje particularmente sorprendente, David
incluso llama a este rey «mi Señor» (Sal 110,1), reconociendo la
superioridad de su descendiente real.
En el centro de esta extraordinaria profecía aparece uno de los
personajes más misteriosos del Antiguo Testamento. David dice: «El
Señor ha jurado y no se retractará: Tú eres sacerdote para siempre
según el orden de Melquisedec» (Sal 110, 4). Melquisedec aparece solo
una vez más en el Antiguo Testamento. Después de que Abraham
derrotó a los cuatro reyes del Oriente y rescató a su sobrino Lot, se
encontró con Melquisedec, quien es identificado como el rey de Salem
y sacerdote del Dios Altísimo ( Gn 14, 18-20 ). David encuentra en este
misterioso personaje un presagio de la persona y obra de Jesucristo
como el Gran Rey y el Gran Sumo Sacerdote de Su pueblo.
Hay una gran bendición para los creyentes en el hecho de que Jesús
una los oficios de rey y sacerdote. Si Jesús fuera solo un Rey, podríamos
vivir con temor de Su justo juicio. Pero la buena noticia es que este Rey
justo que gobierna sobre Su pueblo es también el Sumo Sacerdote que
se ofrece a Sí Mismo como su sacrificio expiatorio y permanece como
su Mediador ante el Padre. De hecho, debido a que tenemos tal Sumo
Sacerdote, Él puede «compadecerse de nuestras flaquezas» ( Heb 4, 15 )
y podemos «[acercarnos] con confianza al trono de la gracia para que
recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna»
( Heb 4,16 ). En Jesús, el máximo Rey Sacerdote, encontramos a un Dios
que conoce nuestros pesares, que ha cargado con nuestro pecado, y
que gobierna sobre nosotros como nuestro Señor misericordioso.
El sacerdocio de Jesús es también superior al sacerdocio levítico porque
es un sacerdocio eterno. David dice: «El Señor ha jurado y no se
retractará: Tú eres sacerdote para siempre» (Sal 110,4). A diferencia de
los sacerdotes levíticos, para quienes la genealogía era esencial a fin de
establecer su legitimidad, no hay registro de la genealogía de
Melquisedec en el Génesis ni en ningún otro lugar. No hay registro de
su nacimiento o muerte, su linaje o sus descendientes. Como el autor
de Hebreos astutamente observa, la presentación de Melquisedec en
Génesis 14 le da una cualidad eterna, una cualidad que prefigura el
carácter eterno del sumo sacerdocio de Jesús ( Heb 7, 3 ).
Una de las desventajas del sacerdocio levítico era que los que servían
como sacerdotes estaban todos sujetos a la desafortunada condición
de tener que morir. De modo que, así como había una necesidad
constante de nuevos sacrificios para Israel, así también había una
necesidad constante de nuevos sacerdotes. Pero el sacerdocio de Jesús
es diferente. Es sacerdote para siempre. Debido a Su impecabilidad,
aun después de Jesús ofrecerse a Sí mismo como el sacrificio perfecto y
final, la muerte no pudo retenerlo ( Heb 7,16 ). Y por lo tanto, está
siempre a la diestra del Padre.
Dos veces propone la Carta a los Hebreos expresamente un concepto
de sacerdote, y las dos veces lo presenta relacionado con el sacrificio
(Hebr 5,1-2 y 8,3): Todo pontífice, tomado de entre los hombres, es
constituido en favor de los hombres para las cosas que miran a Dios,
para ofrecer ofrendas y sacrificios por los pecados (5, 1).
La mediación de Cristo es muy superior y se encuentra a nivel distinto
de la de los profetas (Hebr 1,1), de la de los ángeles (1,4-6), de la de
Moisés (3,2-3): (Cristo) ha recibido en suerte un ministerio tanto mejor
cuanto El es mediador de una más excelente alianza, concertada
sobre mejores promesas (8, 6). Añádase también Hebr 9,15 y 12,24,
donde la mediación de Cristo es puesta en relación con su muerte
redentora.
Esta mediación sacerdotal incluye y se subraya en Hebreos el que Jesús
posee nuestra misma naturaleza y ha tomado sobre sí no sólo nuestra
sangre, sino también nuestros sufrimientos y la muerte (2,11-18). Lo ha
compartido todo con nosotros, menos el pecado (4,15), pues convenía
que nuestro Pontífice fuese santo e inmaculado para que, sin tener
necesidad de ofrecer sacrificios por sí mismo, pudiese ofrecer por todo
el pueblo el sacrificio del propio cuerpo y de la propia sangre (7,26).
Se trata de un mediador que no necesita de la mediación de ningún
otro; su sacerdocio es perfecto.
La Carta da a Cristo como sacerdote los siguientes apelativos: sacerdote
(ieréus) según el orden de Melquisedec (5,6.10; 6,20; 7,11.17); sumo
sacerdote (arjieréus); pontífice misericordioso y fiel (2,17); pontífice de
nuestra confesión (3,1); gran pontífice (4, 14); pontífice santo, inocente
e inmaculado (7,26); pontífice de los bienes futuros (9,11).
La Carta a los Hebreos, en cita del Salmo 110,4, dice que Jesucristo es
sacerdote según el orden de Melquisedec, poniendo de relieve que esta
expresión se aplica a Cristo por tres razones:
a) porque Melquisedec significa rey de justicia, y rey de Salem
significa rey de paz, mientras que el reino del Mesías será el
reino de la paz y de la justicia (7,1-2);
b) porque Melquisedec, sin padre, sin madre, sin genealogía,
sin principio ni fin de su vida se asemeja en eso al Hijo de
Dios, que es sacerdote para siempre (7, 3);
c) porque fue él, Melquisedec, quien bendijo a Abraham y
quien recibió de él los diezmos, mostrándose en esto la
superioridad de Melquisedec sobre Abraham y, en
consecuencia, la superioridad de Aquel (Cristo) de quien
Melquisedec era tipo (7,4-10) [115].
Las referencias a Melquisedec ponen de relieve que el
sacerdocio no le viene a Jesucristo por herencia carnal ?El no
es de la tribu de Leví, sino de la de Judá? y, al mismo tiempo,
manifiestan también que con el nuevo sacerdocio de Cristo ha
sido abolido el sacerdocio aarónico (7,11-19).
El sacerdocio de Cristo conforme era figurado ya por
Melquisedec, sin padre, sin madre, sin genealogía (7, 3)?, es
un sacerdocio eterno (5,6; 6,20; 7,17.21), para siempre (7,3;
7,25). Jesús, por cuanto permanece para siempre, tiene un
sacerdocio perpetuo (7,24); siempre vive para interceder por
nosotros (7,25). Sin embargo, su sacrificio sacerdotal, su
inmolación, tuvo lugar una sola vez (9,11-14.26-28). Y por su
muerte, con su sangre, selló el Nuevo Testamento; por eso es
el mediador de la Nueva Alianza (9,15) [116].
- Sacerdote y víctima
Como hemos visto, una de las más poderosas razones en que
se apoya la afirmación del sacerdocio de Cristo es el carácter
sacrificial que tuvo su muerte (Hebr 2,14-18; 5,7-9; 7,26-28;
9,11-28; 10,11-18). Este sacrificio, al mismo tiempo, viene
descrito como muy superior a todos los sacrificios antiguos,
que eran sólo su figura y que recibían su valor precisamente
de su ordenación a él.
El valor de este sacrificio es superior a todos no sólo por el
sacerdote que lo ofrece, sino por la víctima ofrecida de valor
infinito, y también por la perfección con que se unen en un
mismo sujeto el sacerdote que ofrece y la víctima ofrecida,
que no es otra que el mismo sacerdote, que se ofreció a sí
mismo inmaculado a Dios (Hebr 9, 14) y entró una vez para
siempre en el santuario, realizada la redención eterna (Hebr
9, 12).
Esta perfecta identidad existente entre el sacerdote que
ofrece y la víctima que es ofrecida lleva a su plenitud la unidad
entre sacrificio interior y sacrificio exterior, la adoración a
Dios en espíritu y verdad (cfr Jn 4,23), intentada siempre en el
acto de culto supremo el sacrificio cuando se realiza
sinceramente.
La doctrina patrística es constante en este sentido. Como
muestra, baste este elocuente texto de Gregorio de Nisa:
«Jesús es el gran Pontífice que sacrificó su propio cordero, es
decir, su propio cuerpo, por el pecado del mundo (…) se
anonadó a sí mismo en la forma de siervo y ofreció dones y
sacrificio por nosotros. Este era el sacerdote conforme al
orden de Melquisedec después de muchas generaciones»
[120].
«La Sagrada Escritura enseña el Concilio de Éfeso? dice que El
Verbo de Dios se hizo pontífice y apóstol de nuestra confesión
(Hebr 3,1), pues se ofreció a sí mismo en olor de suavidad a
Dios (Ef 5,2) y Padre» [121]. Y el Concilio de Trento,
precisamente para poner de relieve que la Misa es sacrificio,
dice que Jesucristo, «declarándose a sí mismo constituido para
siempre sacerdote según el orden de Melquisedec, ofreció a
Dios Padre su cuerpo y su sangre bajo las especies de pan y
vino» [122].
por otra parte, cabe observar que en el texto de Hebr 9,14, al
señalarse que Cristo, por el Espíritu Santo, se ofreció a Sí
mismo al Padre, podemos ver una referencia implícita al
sacrificio litúrgico: así como en los sacrificios del Antiguo
Testamento, la víctima se ofrecía a través del fuego, el
sacrificio de la nueva Alianza fue realizado por Cristo a través
del Espíritu Santo, fuego del Amor infinito. De hecho, la
afirmación contenida en este versículo ?Hebr 9,14? es el
central en el capítulo 10.
Hablando de la perfección del sacrificio de Cristo, subrayaba
San Agustín la estrecha unidad que se da entre el sacerdote y
la víctima; la estrecha unidad que se da también en la
mediación de Cristo; pues él mismo, que es el único y
verdadero Mediador, nos reconcilia con Dios por medio del
sacrificio de la paz, permaneciendo uno con Aquel a quien lo
ofrece y haciendo uno consigo mismo a aquellos por quienes
lo ofrece; y es uno y el mismo el que ofrece y aquello que
ofrece [125].
- Unicidad y eternidad del sacerdocio de Cristo
El sacrificio de Cristo es único. A ese sacrificio, del que sólo
eran figura, remiten los sacrificios de la Antigua Alianza.
También el sacerdocio de Cristo es único. Bien lo ha puesto de
relieve el autor de la Carta a los Hebreos. Cristo no tiene
sucesores en su sacerdocio. De igual forma que El es la única
víctima, El es el único sacerdote.
Todo otro sacerdocio ?el sacerdocio de la Nueva Alianza no es
más que participación en ese único sacerdocio de Jesucristo, a
través de la asimilación a Cristo, de la identificación con Cristo,
del revestimiento de Cristo por medio de los sacramentos.
Esto tiene lugar en el sacerdocio de los fieles, que se recibe en
el sacramento del bautismo, y en el sacerdocio ministerial, que
se recibe mediante el sacramento del Orden [126].
Así pues, ni el sacerdocio de los fieles y ni el sacerdocio
ministerial suceden, ni se suman al sacerdocio de Cristo, sino
que son participación en ese sacerdocio.
No suceden, porque el sacerdocio de Cristo es eterno, y Cristo
por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio
perpetuo, y es, por tanto, perfecto su poder de salvar a los
que por El se acercan a Dios y siempre vive para interceder
por ellos (Hebr 7,24-25).
No se suman al sacerdocio de Cristo, porque no es posible
sumar ni otra oblación ni otra víctima al sacrificio que ya tuvo
lugar en el Calvario. Este sacrificio se renueva en la Eucaristía,
sin añadir nada esencial a lo acontecido en el Calvario.
Es el mismo Cristo el Sacerdote que, en la celebración
eucarística, se ofrece a Sí mismo al Padre por el ministerio de
los sacerdotes con inmolación incruenta [127].. Es en
la configuración del sacerdocio ministerial con Cristo
sacerdote, y en su actuación in persona Christi Capitis a la hora
de renovar el único sacrificio del Calvario, como se manifiesta
en forma irrebatible la unicidad del sacerdocio de Cristo. Por
eso mismo es Cristo el que, presente en la acción litúrgica,
realiza el culto al Padre y ofrece su cuerpo a los hombres.
La unicidad del sacerdocio de Cristo está muy relacionada con
una de las características que tanto subraya la Carta a los
Hebreos, citando el Salmo 110. Jesús es sacerdote para
siempre: Tú eres sacerdote para siempre según el orden de
Melquisedec (Sal 110,4; Hebr 5,6). Este Sacerdocio de Jesus Se
trata de un sacerdocio que tuvo su inicio en la Encarnación y
que no tendrá fin [129]. Además, se dice que el sacerdocio de
Cristo es eterno, porque sus efectos ?la glorificación de Dios y
la salvación de los hombres? alcanzan a toda la historia y
durarán para siempre [130].
En su Encarnación, el Hijo es constituido mediador-sacerdote
para siempre. La unidad de la obra de Cristo ?la salvación de
los hombres? se desarrolla en tres etapas fundamentales: la
encarnación (cfr Hebr 2,10-18; 10,5-9), la muerte en la cruz
(Hebr 9,26-28) y su eterna glorificación (Hebr 10,11-15). La
totalidad del misterio y de la obra de Cristo es sacerdotal,
porque El es esencialmente sacerdote. Y, en el cielo, sentado a
la diestra del Padre continúa ejerciendo este sacerdocio y
continuará ejerciéndolo eternamente, dando gloria
perpetuamente al Padre corno Cabeza de la Iglesia.
- Cristo, sacerdote en su humanidad. El constitutivo esencial
de su sacerdocio
Dos características más señala la Carta a los Hebreos en el
sacerdote y, concretamente en el sacerdocio de Cristo:
vocación divina (ninguno se toma para sí este honor, sino el
que es llamado por Dios, como Aarón, 5,4) y consagración o
constitución (tomado de entre los hombres, es constituido, 5
1). En Hebreos aparece con claridad la vocación sacerdotal de
Cristo: Y así Cristo no se exaltó a sí mismo, haciéndose
Pontífice, sino el que le dijo: Hijo mío eres tú, hoy te he
engendrado (5,5); no señala, en cambio, en qué consiste su
institución o consagración.
Así como del sumo sacerdocio de Aaron se desprendía el Sacerdocio de
los otros que ministraban en el Templo en Cristo Sumo Sacerdote los
presbiteros se incertan en esta Obra.
El Senor mando a Aaron a instaurar sacerdotes, cual era la función de
estos sacerdotes? Ministrar el Sacrificio, la Reconciliación, la .
purificación, el perdón, Así Cristo manda a los Apóstoles a constituirse
en Sacerdotes en su sacedocio.
La ultima Cena tienen un marcado aspecto sacrificial El aspecto
sacrificial de la muerte de Jesús según sus palabras en la Ultima Cena.
Lc 22,19b ha subrayado expresamente la entrega permanente de Jesús
al mencionar sus palabras sacramentales sobre el pan, cuyo origen se
remonta sin duda alguna a la Última Cena: “Este es mi
cuerpo que se entrega (el participio de presente griego didómenon [“en
permanente entrega’ expresa el aspecto inacabado de la acción de
Jesús durante la Cena que se concluirá sólo con su muerte) por
vosotros”: la oblación de Jesús tendrá su consumación en el sacrificio
de la cruz;
En las palabras sobre el cáliz Jesús interpreta su muerte con un doble
motivo: el motivo de la alianza, bien según Ex 24,8: “Esta es mi sangre
de la alianza que se derrama…” (cf. Mt 26,28; Mc 14,24) o según (Jer
31,31) “la nueva alianza en mi sangre (“por vosotros” [1 Cor
11,23]; “que se derrama por vosotros” [Lc 22,20]) y el motivo del
rescate expiatorio por los muchos (cf. Mt 26,28; Mc 14,24: cf. Is 52,13-
53,12). La tradición antioquena, de la que dependen Lc y P (Lc
22,19b.20c: “que se entrega por vosotros”; “que se derrama
por vosotros”; 1 Cor 11,24: “mi cuerpo por vosotros”), refleja también el
motivo sacrificial del rescate propiciatorio
Así en este ambiente Sacrificial de Alianza instituye Jesus el Sacerdocio
de la Nueva Alianza. “Haced esto en memorial mio” .
Hay dos pequeñas palabras que muchas veces pasan desapercibidas
cuando se lee este Evangelio y que son fundamentales para el tema que
hablamos…estas palabras son “Haced Esto”.
Haced! Esto es una orden, el Senor esta dando una orden muy
especifica “Hagan lo que yo estoy haciendo”, que estaba haciendo el
Seños? Un acto sacrificial de Alianza. El Senor manda a los apóstoles a
seguirlo repitiendo, hasta cuando?? San Pablo nos lo dice en I Corintios
11 “ 26 Porque cada vez que comen este pan y beben de esta
copa, proclaman la muerte del Señor hasta que él venga.” El
Senor Sumo Sacerdote ordena a sus apóstoles continuar
haciendo este sacrificio hasta el final de los tiempos. Que tipo de
Sacrificio? Pues todos los sacrificios de paz eran Memorial que
en Griego se llama Amnanesis.
Precisamente la celebración de la Pascua era considerada por
los judíos como el memorial (la raíz zkkr indica un acto de la
memoria) por antonomasia. El hecho de revivir los elementos
externos que acompañaron la primera Pascua (los alimentos, la
prisa, el modo de ponerse el vestido, el discurso del padre de
familia, etc.) quería significar que no se trata sólo del recuerdo de
un hecho pasado sino de alguna manera SE PARTICIPA HOY
EN EL HECHO SUCEDIDO HACDIENDOLO PRESENTEse
participa hoy en el hecho sucedido, haciéndolo presente o más
bien, trasladando al hombre que vive la liturgia al momento de
ese evento.
Se Sacxrificaba el cordero que se comia para hacer presente lo
que habia sucedido en el pasado.
La ofrenda (“minjá”) consiste “en flor de harina, sobre la
cual se verterá aceite y pondrá incienso”. Una porción se
consumirá en el altar como “sacrificio grato a Yahvé y
recuerdo (“azkará”), mientras que el resto será para los
hijos de Aarón, es decir, levitas (Lev 2,1-16).
San Juan Crisostomos: El sacrificio es siempre uno; de lo
contrario, ya que se ofrece en muchas partes, tendría que haber
también muchos Cristos. Pero de ningún modo, sino que en
todas partes es uno el Cristo que está entero aquí y entero allí,
un solo cuerpo. […] Así también es uno el sacrificio. […] esto se
hace en memoria de lo que entonces sucedió: «Haced esto, dice,
en memoria mía».. No hacemos otro sacrificio, como lo hacía
entonces el pontífice, sino que siempre ofrecemos el mismo, o
mejor, hacemos conmemoración del sacrificio.
Homilía sobre la carta a los Hebreos 17 3
San Clemente Romano: “ San Clemente señala que quienes
fueron nombrados por los mismos Apóstoles como sus
sucesores; a su vez, designaron ministros que les sucedieran. De
esa forma, se mantiene en la Iglesia el vínculo apostólico. En un
pasaje de su carta señala: «También nuestros Apóstoles tuvieron
conocimiento, por inspiración de nuestro Señor Jesucristo, que
habría contienda sobre este nombre y dignidad del episcopado
(th=j e)piskoph=j). Por esta causa, pues, como tuvieran perfecto
conocimiento de lo por venir, establecieron a los susodichos y
juntamente impusieron para adelante la norma de que, en
muriendo éstos, otros que fueron varones aprobados le
sucedieran en el ministerio.”
(Tomado de diferentes fuentes)