HEREJIA
La raíz de “herejía” proviene del griego hairetikós, o la idea de tomar una decisión en el
pensamiento y/o actuar propio y diferente con respecto a un orden establecido.
Flavio Josefo aplica ese nombre (airesis) a las tres sectas religiosas prevalecientes en Judea desde
el tiempo de los Macabeos: Los saduceos, los fariseos y lo esenios (La Guerras de los Judíos II,
VIII, 1; Antigüedades Judías XIII, V, 9). San Pablo es presentado ante el gobernador Félix como el
líder de la herejía (aireseos) de los nazarenos (Hechos 24,5). En Roma, los judíos le dicen al mismo
Apóstol: “En lo tocante a esta herejía (aireseos), sabemos que todo mundo la contradice”. San
Justino (Dial., XVIII, 108), utiliza la palabra” airesis” con el mismo significado. La segunda carta
de San Pedro (2,1) aplica el término a las sectas cristianas: “Hubo también en el pueblo
falsos profetas, como habrá entre vosotros falsos maestros que introducirán herejías perniciosas
(aireseis apoleias)”. En el griego tardío se llamó “herejías” tanto a las diferentes escuelas filosóficas
como a las sectas religiosas.
Santo Tomás (II-II: 11,1) define la herejía del modo siguiente: “Una especie de infidelidad de
aquellos que, habiendo profesado la fe en Cristo, corrompen sus dogmas”. “La correcta fe cristiana
consiste en asentir voluntariamente con Cristo en todo aquello que pertenece verdaderamente a su
enseñanza. Hay, consecuentemente, dos formas de desviarse del cristianismo: una, cuando uno se
rehúsa a creer en Cristo, y es lo que se llama infidelidad, que comparten los paganos y los judíos; la
otra, cuando uno restringe su creencia solamente a ciertos puntos de la doctrina de Cristo,
seleccionados y modificados según la propia conveniencia, y es lo que se llama herejía.
El objeto de la fe y de la herejía es, por tanto, el depósito de la fe, o sea, la suma total de las
verdades reveladas por la Escritura y la Tradición según nos la propone la Iglesia para que la
creamos. El creyente acepta la totalidad del depósito según lo propone la Iglesia; el hereje
acepta sólo aquellas partes que su juicio le recomienda. Las razones de la herejía pueden
ser: ignorancia del verdadero credo, juicio erróneo, percepción y comprensión imperfectas de
los dogmas. En ninguno de esos casos juega la voluntad un papel importante, y ello hace que
tal herejía sea solamente material u objetiva, al no darse una de las condiciones de la
pecaminosidad: la elección libre. Por otro lado, la voluntad puede libremente inclinar
el intelecto a adherirse a algunas de las posiciones que han sido declaradas falsas por la
autoridad de la Iglesia. Los motivos para ello pueden ser: orgullo intelectual o confianza
excesiva en las propias capacidades; la ilusión de celo religioso; la tentación de poder político
o religioso; las ataduras de los bienes materiales y el nivel social; quizás otros menos
honorables aún. Este tipo de herejía aceptada sí es sujeto de culpa, en grado variable. Se le
llama formal porque al error material añade el elemento informativo de lo “libremente querido”.
Para que la herejía sea formal, debe tener pertinacia, o sea, la adhesión obstinada a una
posición particular. Mientras alguien tenga el deseo de someterse libremente a la decisión de
la Iglesia, dicha persona será un cristiano católico en el fondo de su corazón y sus creencias
falsas no pasarán de ser errores pasajeros y opiniones momentáneas.
Teniendo en cuenta que el intelecto humano únicamente puede asentir ante la verdad, sea
ésta real o aparente, la pertinacia deliberada, distinta de la oposición caprichosa, supone una
firme convicción subjetiva que puede bastar para informar la conciencia y crear la “buena fe”.
Convicciones tan firmes pueden ser el resultado de circunstancias sobre las que la persona
no tiene control, o de violaciones intelectuales que, en sí mismas, pueden ser más o menos
voluntarias y, por lo tanto, imputables. Una persona que nace y es formada en
un ambiente herético puede llegar a morir sin jamás tener duda de la verdad de sus
creencias. Por otro lado, una persona que nace católica puede dejarse arrastrar por remolinos
de pensamiento contrario a la Iglesia, de los cuales ninguna autoridad doctrinal puede
salvarla, y debido a los cuales su mente llega a ser influenciada por convicciones y
consideraciones suficientemente fuertes como para superar su conciencia católica.
¿¿Es lo mismo herejía que apostasía??
Recessus pertinax hominis baptizati a tota fide, o a lo menos de sus verdades principales. No se
distingue en especie de la herejía; porque ambas tienen el mismo objeto específico, con sola la
diferencia de ser mayor su extensión en la apostasía; lo que es accidental a la especie, y sólo una
circunstancia notabiliter aggravante dentro de ella. La apostasía puede incluir el paganismo o
judaísmo, y entonces se distinguirá en especie por razón de ellos, de la herejía. Por este motivo
dice S. Tom. 2. 2. q. 12. art. 1. ad. 3. Apostasia non importat determinatam speciem, sed
quamdam circumstantiam aggravantem (. La apostasía no implica un tipo especial, sino algún tipo
de circunstancia agravante) La misma definición de la apostasía declara suficientemente, en qué
se distingue el apóstata del hereje; pues por ella consta, que éste niega alguna o algunas
verdades de fe, y aquél todas, o las más principales.