¿ES EL CATOLICISMO UNA RELIGION?
Nosotros NO somos una religión. Somos el Pueblo de Dios de la Segunda Alianza tal como
Israel lo fue en la Primera Alianza…
Somos la Iglesia de Cristo. Una religión es una colección organizada de creencias,
sistemas culturales y cosmovisiones que relacionan a la humanidad a un tipo de existencia.
El cristianismo
etimológicamente es una religión. En este concepto se agrupan absolutamente todos los
que creen en Cristo (no solo los católicos). Así hay Religión Cristiana, Religión judía,
Religión Musulmana, Religión Budista, etc.
La Iglesia NO. De nuevo, nosotros no somos una religión, somos un Pueblo, una Nación
según I Pedro 2,» 9. Pero vosotros sois linaje elegido, sacerdocio real, nación santa,
pueblo adquirido, para
anunciar las alabanzas de Aquel que os ha llamado de las tinieblas a su admirable luz 10.
vosotros que en un tiempo no erais pueblo y que ahora sois el Pueblo de Dios, de los que
antes no se tuvo
compasión, pero ahora son compadecidos.»
Nosotros somos de religión cristiana y, pero constituimos un pueblo tal como dice el
Catecismo:
751 La palabra “Iglesia” [ekklèsia, del griego ek-kalein – “llamar fuera”] significa
“convocación”. Designa asambleas del pueblo (cf. Hch 19, 39), en general de carácter
religioso. Es el término frecuentemente utilizado en el texto griego del Antiguo Testamento
para designar la asamblea del pueblo elegido en la presencia de Dios, sobre todo cuando
se trata de la asamblea del Sinaí, en donde Israel recibió la Ley y fue constituido por Dios
como su pueblo santo (cf. Ex 19). Dándose a sí misma el nombre de “Iglesia”, la primera
comunidad de los que creían en Cristo se reconoce heredera de aquella asamblea. En ella,
Dios “convoca” a su Pueblo desde todos los confines de la tierra. El término Kyriaké, del
que se deriva las palabras church en inglés, y Kirche en alemán, significa “la que pertenece
al Señor”.
752 En el lenguaje cristiano, la palabra “Iglesia” designa no sólo la asamblea litúrgica (cf. 1
Co 11, 18; 14, 19. 28. 34. 35), sino también la comunidad local (cf. 1 Co 1, 2; 16, 1) o toda
la comunidad universal de los creyentes (cf. 1 Co 15, 9; Ga 1, 13; Flp 3, 6). Estas tres
significaciones son inseparables de hecho. La “Iglesia” es el pueblo que Dios reúne en el
mundo entero. La Iglesia de Dios existe en las comunidades locales y se realiza como
asamblea litúrgica, sobre todo eucarística. La Iglesia vive de la Palabra y del Cuerpo de
Cristo y de esta manera viene a ser ella misma Cuerpo de Cristo.
Nos diferenciamos también de una Secta. Hay cristianos que no constituyen una Iglesia
(etimológicamente hablando) pues son sectas.
Una secta es un grupo que se ha desprendido de otro principal por desavenencia de los
lideres y ha fundado otro grupo paralelo a menudo centrado en el culto personal al profeta
o líder al que todo el mundo termina acatando, viviendo, hablando y actuando como el
rector del grupo, Además aíslan a sus miembros del mundo exterior haciéndoles ver que
todo lo que no es lo que enseñan ellos les puede dañar grandemente, las sectas se basan
en el miedo de sus miembros.
La Apostasía y las Sectas son un misterio espiritual, pero tenemos que darles testimonio y
orar por ellos. Ante todo, no debemos extrañarnos ante este fenómeno, pues Jesús ya nos
lo advirtió:
«Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse
multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará» «Más el que persevere hasta el fin,
éste será salvo»
«Entonces si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo; o, mirad, allí está, no le creáis.»
Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán señales y prodigios, para
engañar, si fuese
posible, aun a los escogidos» «Más vosotros mirad; os lo he dicho todo antes»
Las Sectas se basan en emociones que les hacen creer es fe.
Sobre las emociones nos dice la Biblia: «Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón;
Porque de él mana la vida.»
Proverbios 4,23
Otro texto bíblico nos señala en el Nuevo Testamento la forma en que debe darse nuestro
amor a Dios: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda
tu mente» San
Mateo 22,37.
La mención del corazón acá nos indica por supuesto que nuestras emociones deben estar
presentes al igual que nuestra mente, pero también la mente y el alma. Es triste ver que a
veces
optamos por dejar la mente y el alma fuera y alabar a Dios con todas nuestras emociones
sin recapacitar y reflexionar en nuestra adoración.
Esto es lo que ocasiona que a veces seamos víctimas de quienes tergiversan la Palabra de
Dios.
Nuestra adoración es con el corazón, pero también con la razón.
En la medida en que nos dejamos llevar por nuestras emociones no reflexionando y
meditando en la voluntad de Dios, terminamos esclavos de las estratagemas de los
hombres que para su propio
bien manejan las emociones haciendo creer que es Fe y haciéndolo «Sentir bien» estos
creyentes basan su fidelidad en lo que sienten, por eso cuando dejan de sentir se van a
otra iglesia donde
haya «avivamiento» son veleros que se dejan llevar por cualquier viento de doctrina, aun la
más
absurda.
Una alarmante mayoría de predicadores cristianos de fama hoy en día, predican ese
“mensaje positivo” siempre, (eso es lo que vende) prácticamente jamás mencionando la
Cruz.
Son todo ellos muy populares, y los hombres los tienen en alta estima, pero ¡ay de ellos! El
mismo Señor Jesucristo lo expuso con suma transparencia: “¡Ay de vosotros, cuando todos
los hombres hablen bien de vosotros!” (Lucas 6: 26).
Estas falsa iglesias son muy populares, porque en vez de adoradores buscan oyentes y
clientes y les da de lo que lo que quieren escuchar. Esto no es predicación, esto es
mercadeo.
Unas grandes verdades:
a) El cristiano falso no tiene una sensación de seriedad de su destino eterno y la
importancia infinita de edificar sobre el fundamento correcto. En contraste, el creyente
verdadero es humilde y cuidadoso; siente lo asombroso que será encontrarse delante de
Dios, el Juez infinitamente santo.
La seguridad falsa no sabe nada de esto.
b) Un cristiano falso no está enterado de lo ciego y engañoso que es su propio corazón. Su
seguridad falsa produce gran confianza en sus propias opiniones. El creyente verdadero,
en contraste, ve con modestia su propio entendimiento.
c) Satanás no ataca la seguridad falsa. Ataca la seguridad del verdadero cristiano porque
es ésta la que produce mayor santidad. Por el otro lado, Satanás es el mejor amigo de la
seguridad falsa, ya
que pone al cristiano falso completamente dentro de su poder.
d) La seguridad falsa ciega a una persona al verdadero alcance de su propia
pecaminosidad. El cristiano falso se ve a sí mismo brillante y limpio. El cristiano verdadero,
al contrario, conoce su
propio corazón; siente que es un gran pecador. Con frecuencia se pregunta si es posible
que una persona verdaderamente salva sea tan pecadora como él sabe que es.
Como decía el profeta:
Jeremías 17:9 Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo
conocerá?