No existe en la Iglesia ningún Sacramento menos entendido que el Matrimonio, es un
Sacramento totalmente ajeno al conocimiento del fiel y de ahí tantos problemas y tanta
ignorancia y tanto pecado grave.
El matrimonio no es una creación de la humanidad, sino de Dios mismo. Desde el mismo
principio Dios vio que no era bueno que el hombre estuviera sólo y de esta manera dijo, “… le
haré ayuda idónea para él” (Gén. 2:18). Esta institución, llamada matrimonio, fue planeada y
diseñada por Dios. Siendo el autor de esto, Dios colocó las leyes que deben gobernar su
relación (Gén. 2:24; Rom. 7:2-3).
El Matrimonio no es un contrato, es un Pacto, de hecho es el primer pacto dado por Dios.
El hombre no esta completo sin la mujer y la mujer no esta completa sin el hombre ya que
fueron creados como una unidad, uno aporta y suple lo que a la otra parte le falta. Son
complemento uno del otro. Como unidad Dios le dio el don mas grande que ha dado a creatura
alguna en el universo, crear imagen y semejanza de Dios. Ese es otro don que no se entiende.
Has pensado tu que cuando engendras un hijo no solo estas engedrando un sucesor tuyo, estas
engendranro alguien que es semejante a Dios y que es su reflejo? Has pensado que cuando
engendras un hijo estas engendrando un ser que esta destinado a dar gloria a Dios por la
eternidad? Sabes tu que ese hijo que engendras esta destinado (debería) a sustituir el lugar dejado
por los ángeles caídos en la alabanza a Dios?? Es por eso que el demonio odia al matrimonio y a
loso niños por nacer.
El odio de satanás es muy antiguo y proviene de su soberbia. El, pensando que era “casi como
Dios” no pudo soportar que esos hombre creados fueran “Imagen y semejanza” de Dios mientras
el era solo un “servidor”, el no pudo soportar la idea de que esa pareja iba a engendrar imágenes,
reflejos de Dios y semlejante a Dios y el no tenia esa oportunidad. El supo apreciar lo que
nosotros no apreciamos, el don tan poderso de participar en la Creación (Don propio de Dios)
siendo el único que crea un ser único y diferente en cada concepción y menos que a ese ser se le
dio dominio sobre la creación y a el no. De ahí proviene su antiguoy anscentral odio.
Muchos no encuentran ninguna diferencia, y para otros la palabra pacto les parece extraña. Sin
embargo en la Biblia Dios se revela como un Dios de pactos. El pacto Adámico, el pacto con
Noé, El pacto con Abraham, El pacto con David. Pero el primero de todos los pactos que Dios
hizo fue el pacto matrimonial. Veamos cómo ve Dios el matrimonio, pero antes veamos las
definiciones de Pacto y Contrato… Pacto es un acuerdo entre dos o más personas, en las que
se obligan a cumplir un compromiso. Un Contrato es un acuerdo por lo general plasmado en
papel o por lo menos establecido por escrito en el que las partes involucradas deben asumir la
responsabilidad de cumplir cada una de las condiciones ahí dispuestas. El problema grave en el
que la sociedad ha caído es el de considerar el matrimonio como un contrato, o un simple papel
legal que nos une a otra persona, y que al igual que cualquier otro contrato se puede rescindir.
Y las causas que consideran son hasta cierto punto risibles: Por un mal “servicio”; por conflictos,
por aburrimiento, o por cualquier causa. Debo decir claramente que a Dios no le agrada el
divorcio, y la iglesia, tampoco lo obliga o lo alienta, sin embargo a causa del orgullo, el egoísmo,
la violencia, y del pecado hay muchas relaciones que se rompen definitivamente, u optan por la
separación. Ahora veamos como Dios ve el matrimonio… Leer: Malaquías 2:13-16
Los contratos suelen ser acuerdos con una limitación temporal. Muchos matrimonios se
mantienen unidos mientras se sienten enamorados. Sin embargó cuando ya no se sienten
enamorados buscan en otra relación esas emociones. Hay algo que debemos aprender y es que
el amor no es un sentimiento, el amor es una decisión. Los contratos se pueden dar por
terminados. Muchas personas se divorcian porque tienen conflictos, o diferencias
irreconciliables. Todo matrimonio, aun los unidos en el cielo, tiene problemas. De acuerdo a las
escrituras, el matrimonio es un pacto o convenio atestiguado y ordenado por Dios, porque Dios
es el que sella el pacto matrimonial
EL MATRIMONIO NO ES UN CONTRATO, ES UN PACTO. La manera en que Dios trabaja o se
relaciona con los hombres es a través de pactos. Veamos cinco características distintivas del
pacto: Los pactos se inician motivados por el beneficio de la otra parte. En lo particular me
parece que este es el paso decisivo para que una relación matrimonial termine bien o mal. Yo
puedo tener las mejores intenciones pero si no busco el beneficio de mi cónyuge de nada sirve.
Ahora, si mi cónyuge no lo hace, no debe ser un obstáculo para que yo busque su beneficio. Eso
mismo hará que cambie de actitud y en un tiempo también busque beneficiarme. En los
pactos la gente hace promesas incondicionales. Los pactos se basan en un amor incondicional.
El amor no solo es el sentimiento romántico de los años de noviazgo. El amor es un verbo
incondicional. La Biblia lo define bien claro en 1 Corintios 13 cuando dice: “El amor es paciente,
es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza,
no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino
que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El
amor jamás se extingue… es incondicional. En los pactos los compromisos son permanente. A
diferencia de un contrato en el pacto mi respuesta no depende de si mi cónyuge hace o deja de
hacer algo, ya que mi compromiso es permanente. En el matrimonio un hombre de pacto le
diría al cónyuge: “Yo estoy irrevocablemente comprometido contigo hasta que la muerte nos
separe. Mi compromiso contigo no tiene nada que ver con tu comportamiento o con cualquier
decisión que tomes. Es un compromiso unilateral delante de Dios hasta la muerte.” Este es el
compromiso que Jesús hizo con nosotros. Los pactos requieren confrontación y perdón. Con
vara castigaré sus transgresiones y con azotes su iniquidad. Con todo, jamás le Como mantener
el pacto: Amor. El secreto del pacto es el amor AGAPE. Esposo y esposa usan diferente
combustible en su tanque. El combustible de la mujer es el amor, e combustible del hombre es
respeto. Ahora la idea de amor de un hombre es diferente de la idea de amor de una mujer.
Amor para la esposa significa tres cosas: Ser la prioridad en el pensamiento de mi esposo.
Respeto. Significa dos cosas para el hombre: Todo esposo necesita ser aceptado, no rechazado.
La importancia del matrimonio es vista claramente cuando entendemos por qué Dios lo creó.
¿Cuál es el propósito del matrimonio?
- Compañía. Cuando Dios vio que no era bueno que el hombre estuviera sólo, le hizo una
esposa (Gén. 2:18-24). - . Criar hijos legítimamente. Es posible tener hijos sin el honor del matrimonio. No
obstante, hacerlo así envuelve pecado. Cuando Dios creó el matrimonio en el principio
dijo, “Y creó Dios la hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los
creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos …” (Gén. 1:27-28).
3. - * Pablo dijo, “Quiero, pues, que las viudas jóvenes se casen, críen hijos, gobiernen bien
su casa; que no den al adversario ninguna ocasión de malediciencia” (1 Tim. 5:14). - 3. Para las relaciones sexuales – para evitar la fornicación. Para que el hombre no se
comportara como un animal y buscara satisfacer su deseo con cualquiera que deseara,
diseñó el matrimonio para la unión sexual lícita. Pablo escribió a los corintios:
a. “Pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una
tenga su propio marido. El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y
asimismo la mujer con el marido. La mujer no tiene potestad sobre su propio
cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio
cuerpo, sino la mujer” (1 Cor. 7:2-4).
b. El mismo apóstol escribió a los Hebreos diciendo, “Honroso sea en todos el
matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los
juzgará Dios” (Heb. 13:4).
No podemos ignorar la cuestión de que Dios ve el matrimonio como una relación sagrada
y altamente exaltada! Esa era su intención desde el principio. También Él mismo desde el
principio le dio a la humanidad leyes que garantizarían su felicidad, siempre y cuando las
obedecieran. Sin embargo, tristemente, un acto de desobediencia cambió todo, y el
pecado entró a la buena creación de Dios. Si somo honestos, admitiremos rápidamente
que el pecado sigue siendo el que destruye las relaciones, rompe la armonía del
matrimonio y el que causa que el amor se enfríe.
La mayoría de la gente se da cuenta que hemos nacido como criaturas egoístas y
egocéntricas, con la increíble capacidad de cuidarnos a nosotros mismos y de buscar
nuestro propio placer. ¡Esta es una mala receta para un matrimonio feliz! Pero Jesús nos
ofrece una increíble antídoto para esta enfermedad en Lucas 9:23: “Y decía a todos: Si
alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.”
No solamente dos corazones, pero dos voluntades
Para entenderlo de una mejor manera, necesitamos entender qué significa “negarse a sí
mismo” y “tomar nuestra cruz.” Podemos negarnos cosas con bastante facilidad. Por
ejemplo, cuando alguien quiere perder peso, puede negarse a sí mismo y no darse el lujo
de comer dulces y comida chatarra. Pero de lo que Jesús habla aquí es algo mucho más
profundo que esto.
“Negarnos a nosotros mismos” tiene que ver con negar nuestra propia voluntad—nuestros
deseos y exigencias que surgen de nuestra egocéntrica naturaleza como seres humanos.
Como resultado de la caída al pecado, nuestra voluntad está casi siempre en contra de la
voluntad de Dios. En un matrimonio, pronto descubrimos que no solo se unen dos
corazones y dos vidas, sino también 2 distintas personalidades, ¡cada una con su propia
voluntad!
Jesús también tenía una voluntad humana, por eso dijo: “No se haga mi voluntad, sino la
tuya.” Lucas 22:42. Jesús eligió negar su propia voluntad para hacer la voluntad de Dios.
En Hebreos 10:9 Él dice: “He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad.” Jesús vino
para hacer la voluntad de Dios en su cuerpo humano, y le costó su propia voluntad. Él es
nuestro ejemplo en todo, para que así también como Él, nosotros también podamos negar
nuestra propia voluntad y hagamos la voluntad de Dios. El resultado será una relación feliz
y un matrimonio cada vez más bueno.
Jesús murió en la cruz para expiar nuestros pecados. Pero durante su vida, Él tomó su
cruz todos los días—lo que significa, que nunca le permitió al pecado vivir en la naturaleza
humana que tenía. Esto es a lo que Pablo llama “la muerte de Jesús” en 2 Corintios 4:10.
Jesús nos invita a seguirlo en este camino donde podemos vencer el pecado en el poder
del Espíritu Santo. Si aceptamos esta invitación y seguimos sus pisadas, su vida se
manifestará en nuestros cuerpos ¡para mayor beneficio y bendición de todos lo que nos
rodean, incluyendo nuestro cónyuge!
¡Podemos enriquecer mutuamente nuestras vidas!
¡Es una buena noticia que Dios no ha cambiado de opinión sobre el matrimonio, a pesar
de que el pecado vino al mundo a causa de la primer pareja! Su corazón anhela que
tengamos éxito, y por Su amor nos ha proporcionado leyes que, si las guardamos, nos
liberarán de nuestra naturaleza humana para que podamos aprender a amarnos unos a
otros así como el nos ama. ¡La naturaleza humana es llevar la contra! Es tan fácil crear
malentendidos, un hábito que no nos gusta, decir palabras imprudentes o criticar, lo cual
nos puede llevar hacer las cosas difíciles en nuestra relación. ¡La naturaleza humana se
ofende muy rápido!
Pero, por fortuna, tenemos la Palabra de Dios y Sus leyes que nos ayudan. Si las
guardamos, por ejemplo, las palabras en Colosenses 3:12-14, tenemos una gran esperanza
de que nuestro matrimonio será una relación gratificante, tal como Dios quiere que
sea. “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia,
de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y
perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os
perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es
el vínculo perfecto” Esto no significa que siempre vamos a estar de acuerdo o vamos a
tener el mismo punto de vista en todas la cosas. Dios nos ha creado individualmente con
diferentes personalidades y maneras de pensar. Pero podemos animarnos mutuamente
conforme a las leyes de humildad, benignidad y misericordia de Dios. De esta forma,
podemos enriquecernos el uno al otro en nuestras vidas y ser de verdadera ayuda para
nuestro cónyuge; ya que eso es lo que Dios quiere.
Una relación de fidelidad y confianza mutua
La Biblia dice que honroso es en todos el matrimonio. (Hebreos 13:4) Él quiere que sea
una relación honrosa de parte de ambos cónyuges. No hay lugar para el abuso y la
sumisión en el corazón y plan de Dios, ni debería por parte hombre ni de la mujer,
independientemente de la cultura y de nuestro pasado.
En Proverbios 18:22 leemos: “El que halla esposa halla el bien.” Dios bendijo las relaciones
matrimoniales desde el principio (Génesis 1:27-28), y su meta siempre fue que haya
fidelidad y confianza mutua. Como compañeros de vida, el esposo y la esposa pueden
trabajar juntos como un equipo y aprender a amarse el uno al otro más y más, para así
crecer juntos en todo lo que es bueno. Si experimentamos esto, entonces podemos decir
confiadamente que tenemos un matrimonio feliz, y al mismo tiempo saber ¡que siempre
puede ser mejor!
Si aún no lo hemos experimentado de esta manera, no hay razón para rendirse y perder la
esperanza. Podemos estar confiados en Dios de que podemos ¡llegar a vivir así! Dios
todavía está dispuesto a ayudarnos si buscamos y guardamos sus leyes y mandamientos,
Él creará una nueva vida en nosotros. Y así mismo, en nuestro matrimonio, nos
convertiremos en una nueva creación en Cristo. “Porque somos hechura suya, creados en
Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que
anduviésemos en ellas.” Efesios 2:10.