Esta Oracion ha sido llamada erroneamente “Exocismo de Leon XIII”. El Exorcismo es un
Sacramental con una Paraliturgia que solo puede ser hecho por un Obispo o por un
Sacerdote delegado por el. Es totalmente diferente a esta oracion. Los sacerdotes de la
Iglesia católica para la realización del exorcismo lo hacen bajo lo estipulado en el Ritual
romano.
Catecismo de la Iglesia Católica #1673:
Cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo, que una
persona o un objeto sea protegido contra las asechanzas del maligno y sustraída a su
dominio, se habla de exorcismo. Jesús lo practicó (cf. Mc 1:25s), de Él tiene la Iglesia el
poder y el oficio de exorcizar. (cf. Mc 3:15; 6:7,13; 16:17). En forma simple, el exorcismo
tiene lugar en la celebración del Bautismo. El exorcismo solemne sólo puede ser practicado
por un obispo o un sacerdote con el permiso del obispo. En estos casos es preciso
proceder con prudencia, observando estrictamente las reglas establecidas por la Iglesia. El
exorcismo intenta expulsar a los demonios o liberar del dominio demoníaco gracias a la
autoridad espiritual que Jesús ha confiado a su Iglesia. (…) Muy distinto es el caso de las
enfermedades, sobre todo psíquicas, cuyo cuidado pertenece a la ciencia médica. Por
tanto, es importante asegurarse, antes de celebrar el exorcismo, de que se trata de una
presencia del Maligno y no de una enfermedad. (cf. CIC can. 1172).
El padre Domenico Pechenino escribe: “No recuerdo el año exacto. Una mañana el sumo
pontífice León XIII había celebrado la santa misa y estaba asistiendo a otra de
agradecimiento, como era habitual. De pronto, le vi levantar enérgicamente la cabeza y
luego mirar algo por encima del celebrante. Miraba fijamente, sin parpadear, pero con un
aire de terror y de maravilla, demudado. Algo extraño, grande, le ocurría.
Finalmente, como volviendo en sí, con un ligero pero enérgico ademán, se levanta. Se le
ve encaminarse hacia un despacho privado. Los asistentes le siguen con premura y
ansiedad. Le dicen en voz baja: “Santo Padre, ¿no se siente bien? ¿Necesita algo?”
Responde: “Nada, nada”. Al cabo de media hora hace llamar al secretario de la
Congregación de Ritos y, dándole un folio, le manda imprimirlo y enviarlo a todos los
obispos diocesanos del mundo. Era la Oracion a San Miguel Arcangel.
Esta oracion fue suprimida despues de la Misa cuando se modifico la liturgia despues del
Vaticano II. El Papa Francisco pidió a los fieles de todo el mundo que recitaran el Santo
Rosario a la Santísima Virgen María todos los días, durante todo el mes de octubre, junto
con el ayuno y la penitencia, como ya se solicitó en el “Carta al pueblo de Dios” del 20 de
agosto de 20182: para la protección de la Iglesia, contra Satanás, el “Gran Acusador”, que
termina con la antigua oración Sub Tuum Praesidium dedicada a la Virgen y con la oración
a San Miguel Arcángel. Además, varios obispos en el mundo han solicitado la
reintroducción de la oración a San Miguel al final de cada misa, en particular. Yo la hago al
final de cada Misa que asisto ( la corta) y empleta en tiempos de tribulacion y batalla.
LA ORACION A SAN MIGUEL ARCANGEL, PROTECTOR DEL PUEBLO DE DIOS.
La Oración a San Miguel Arcángel del Papa León XIII
“¡Oh glorioso príncipe de las milicias celestiales, San Miguel arcángel, defendednos en el
combate y terrible lucha que tenemos que sostener contra los poderes y potestades, contra
los príncipes de este mundo de tinieblas y contra los malignos espíritus (Ef. 6, 12)! Venid
en auxilio de los hombres que Dios hizo inmortales, formó a su imagen y semejanza, y
redimió a gran precio de la tiranía del demonio (Sab. 2, 23; I Cor. 6, 20).
“Pelead en este día con el ejército de los santos ángeles las batallas del Señor, como en
peleasteis en otra ocasión contra Lucifer, jefe de los soberbios, y contra los ángeles
apóstatas, que fueron impotentes para resistiros, y para los cuales no hubo ya lugar en el
cielo.
“Sí, ese monstruo, esa antigua serpiente que se llama demonio y Satanás, que seduce al
mundo entero, fue precipitado con sus ángeles al fondo del abismo (Apoc. 12, 8-9). Pero he
aquí que este antiguo enemigo, este primer homicida ha levantado fieramente la cabeza.
Transfigurado en ángel de luz y seguido de toda la turba de espíritus malditos, recorre la
tierra entera para apoderarse de ella y desterrar el nombre de Dios y de su Cristo, para
robar, matar y entregar a la eterna perdición a las almas destinadas a la eterna corona de
gloria. Además de los hombres de alma ya pervertida y corrompido corazón, este dragón
perverso lanza encima, como un torrente de fango impuro, el veneno de su malicia, es
decir, el espíritu de mentira, de impiedad y blasfemia, y el soplo emponzoñado de la
impureza, de los vicios y de todas las abominaciones.
“Enemigos llenos de astucia han llenado de injurias y saturado de amargura a la Iglesia,
esposa del Cordero inmaculado; y sobre sus más sagrados bienes han puesto sus manos
criminales.“Os suplicamos, pues, oh Príncipe invencible, socorráis al pueblo de Dios contra
los ataques de esos espíritus malditos, y le concedáis la victoria. Este pueblo os venera
como su protector y patrono, y la Iglesia se gloría de teneros por defensor contra las
malignas potestades del infierno. Dios os ha confiado el cuidado de conducir las almas a la
celeste bienaventuranza. ¡Ah, rogad, pues, al Dios de paz, ponga bajo nuestros pies a
Satanás y de tal modo aplastado, que no pueda retener más a los hombres en la
esclavitud, ni causar perjuicio a la Iglesia! Presentad nuestras súplicas ante el
Todopoderoso, para que seamos prevenidos cuanto antes de las misericordias del Señor.
Apoderaos del dragón, la serpiente antigua que es el diablo y Satanás, encadenadlo y
precipitadlo en el abismo, para que no pueda seducir más a las naciones (Apoc. 20, 2-3).
Amén.
V/ He aquí la cruz del Señor, huid, potestades enemigas;
R/ Venció el León de la tribu de Judá, el vástago de David.
V/ Cúmplanse en nosotros, Señor, vuestras misericordias;
R/ Como hemos esperado de Vos.
V/ Escuchad, Señor, mi oración:
R/ Y llegue mi clamor hasta Vos.
Oremos. Oh Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, invocamos vuestro santo nombre, e
imploramos con instancia vuestra clemencia, para que, por la intercesión de María
Inmaculada siempre Virgen, Madre nuestra, y del glorioso arcángel San Miguel, os dignéis
socorrernos contra Satanás y contra todos los otros espíritus inmundos que recorren la
tierra para dañar al género humano y perder las almas. Amén”.
El Papa León XIII no estaba profetizando la defección de la Iglesia Católica (lo cual es
imposible, ya que las puertas del infierno nunca prevalecerán contra ella [Mat. 16]), ni la
defección de la cátedra de Pedro (lo cual también es imposible), sino que él estaba
profetizando apostasias (como ya ha ocurrido en la historia de la Iglesia) y por San Pablo
en II Tesalonisenses 2, 1-4 con la intención perversa de “dispersar el rebaño” y perder
almas.
Esta Oración a San Miguel del Papa León XIII que se rezaba después de cada misa
ordinaria fue sustituida por una oración más corta, la ahora famosa abreviada Oración a
San Miguel. Esta oración sigue de la siguiente manera:
“San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad y
acechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, humildemente
suplicamos. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que Dios te ha conferido,
arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para
la perdición de las almas. Amén”.