San Agustín. Serm. 295; PL 38,1348-1352.
“San Pedro, el primero de los apóstoles, que amaba ardientemente a Cristo, y que llegó a oír de él
estas palabras: Ahora te digo yo: Tú eres Pedro. Él había dicho antes: Tú eres el Mesías, el Hijo de
Dios vivo. Y Cristo le replicó: «Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré
mi Iglesia. Sobre esta piedra edificaré esta misma fe que profesas. Sobre esta afirmación que
tú has hecho: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo, edificaré mi Iglesia. Porque tú eres
Pedro». «Pedro» es una palabra que se deriva de «piedra», y no al revés. «Pedro» viene de
«piedra», del mismo modo que «cristiano» viene de «Cristo». El Señor Jesús, antes de su
pasión, como sabéis, eligió a sus discípulos, a los que dio el nombre de apóstoles. Entre ellos,
Pedro fue el único que representó la totalidad de la Iglesia casi en todas partes. Por ello, en cuanto
que él solo representaba en su persona a la totalidad de la Iglesia, pudo escuchar estas
palabras: Te daré las llaves del reino de los cielos. Porque estas llaves las recibió no un
hombre único, sino la Iglesia única. De ahí la excelencia de la persona de Pedro, en cuanto
que él representaba la universalidad y la unidad de la Iglesia, cuando se le dijo: Yo te entrego,
tratándose de algo que ha sido entregado a todos. Pues, para que sepáis que la Iglesia ha recibido
las llaves del reino de los cielos, escuchad lo que el Señor dice en otro lugar a todos sus
apóstoles: Recibid el Espíritu Santo. Y a continuación: A quienes les perdonéis los pecados
les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos. En este mismo
sentido, el Señor, después de su resurrección, encomendó también a Pedro sus ovejas para que las
apacentara. No es que él fuera el único de los discípulos que tuviera el encargo de apacentar las
ovejas del Señor; es que Cristo, por el hecho de referirse a uno solo, quiso significar con ello la
unidad de la Iglesia; y, si se dirige a Pedro con preferencia a los demás, es porque Pedro es el
primero entre los apóstoles. No te entristezcas, apóstol; responde una vez, responde dos,
responde tres. Venza por tres veces tu profesión de amor, ya que por tres veces el temor venció tu
presunción. Tres veces ha de ser desatado lo que por tres veces habías ligado. Desata por el amor
lo que habías ligado por el temor. A pesar de su debilidad, por primera, por segunda y por tercera
vez encomendó el Señor sus ovejas a Pedro”
San Agustín también escribió: “Cristo, como ves, edificó su Iglesia no sobre un hombre sino
sobre la confesión de Pedro. ¿Cuál es la confesión de Pedro? ‘Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios
viviente’. Aquí está la roca para vosotros, aquí el fundamento, aquí es donde la Iglesia ha sido
construida, la cual las puertas del inframundo no pueden conquistar”
El punto cuando los sectarios nos dan este dato es con la intención deliberada de decirnos que San
Agustin rechazaba y descartaba a Pedro como hacen ellos en su ignorancia supina, si no solo
leyeran a San Agustin para contender con nosotros lo leyeran para aprender sacarían mas
provecho (yo creo en milagros) pero ellos lo que desean es entrar en discusión pues tienen
“espíritu de contienda”.
En este párrafo de San Agustin este nos da su creencia en el oficio del Obispo de Roma: “ San
Agustín. C. ep. Man. 4,5.
“Aún prescindiendo de la sincera y genuina sabiduría…, que en vuestra opinión no se halla en la
Iglesia Católica, muchas otras razones me mantienen en su seno: el consentimiento de los
pueblos y de las gentes; la autoridad, erigida con milagros, nutrida con la esperanza, aumentada
con la caridad, confirmada por la antigüedad; la sucesión de los obispos desde la sede misma
del apóstol Pedro, a quien el Señor encomendó, después de la resurrección, apacentar sus
ovejas, hasta el episcopado de hoy; y en fin, el apelativo mismo de Católica, que son sin razón
sólo la Iglesia ha alcanzado….Estos vínculos del nombre cristiano – tantos, tan grandes y
dulcísimos- mantienen al creyente en el seno de la Iglesia católica, a pesar de que la verdad, a
causa de la torpeza de nuestra mente e indignidad de nuestra vida, aún no se muestra”.
De nuevo acá San Agustin deja claro su sentir y creer en el Oficio de Pedro:
San Agustín. Ep. 53,2
“Si la sucesión de obispos es tomada en cuenta, cuanto más cierta y beneficiosa la Iglesia
que nosotros reconocemos llega hasta Pedro mismo, aquel quien portó la figura de la Iglesia
entera, el Señor le dijo: “Sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no
prevalecerán contra ella!”. El sucesor de Pedro fue Linus, y sus sucesores en orden de
sucesión ininterrumpida fueron estos: Clemente, Anacleto, Evaristo, Alejandro, Sixto, Telesforo,
Higinio, Aniceto, Pío, Sotero, Eleuterio, Victor, Ceferino, Calixto, Urbano, Ponciano, Antero, Fabián,
Cornelio, Licio, Esteban, Sixto, Dionisio, Felix, Eutiquiano, Cayo, Marcelino, Marcelo, Eusebio,
Miltiades, Silvestre, Marcos, Julio, Liberio, Damaso, y Siricius, cuyo sucesor es el presente
obispo Anastasio. En esta orden de sucesión, ningún obispo donatista es encontrado”.
Una prueba tangente de la obediencia de san agustin al Obispo de Roma es que en el año 419
sometio su obra para que este le diera el “Placet” o aprobacion “Haec ergo quae… respondeo, ad
tua potissimum dirigere sanctitatem, non tam discenda quam examinanda, et
ubi forsitan aliquid displicuerit emendanda, constitui” (Contra duas epist. Pelag. I, 1 t. XLIV, col 549-
551) [Estas cosas que… respondo, he decidido dirigir de modo especial a tu santidad no para
instruir sino para que sean examinadas, y donde tal vez haya algo que displiciera, sea
enmendado]. Es de entender entonces porqué San Agustín hace también referencia al obispo de
Roma como Obispo de la “Sede Apostólica”
En este mismo Siglo V San Agustin escribió al Papa Inocensio para que confirmara las decisiones
de los concilios realizados en los años 411, 412 y 416 donde se condenaba el pelagianismo. Al
recibo de la confirmacion del Papa a su pedido exclamo: “ “Ya por este motivo se han enviado
dos misivas a la sede apostólica y también de allí han venido dos rescriptos. La causa ha
terminado para que finalmente termine el error” . Sermo 131,10,10; Ep 1507.
Aca se ve Tambien con claridad que San Agustin estaba sometido a la Sede Apostólica, San
Agustin Considera hereje no al que se equivoca en la fe (Ep. XLIII, I) sino al que “resiste a la
doctrina católica que le es manifiesta” (De Bapt. XVI, 23), la cual se expresa en el símbolo
bautismal, en los concilios (Ep. XLIV, I) y en la sede de Pedro, que siempre disfrutó del
primado (Ep. XLIII, 7)”.
Ahora si ellos le hacen tanto caso a San Agustin por unas palabras sobre quien es la roca
deberían también hacerle caso es esto que apunta a su catolicidad:
1) Autoridad de la Iglesia. San Agustín. C. ep. Man. 5,6; cf. C. Faustum 28,2
“No creería en el Evangelio, si a ello no me moviera la autoridad de la Iglesia católica”
2) La Santa Tradición. “…Todo lo que observamos por tradición, aunque no se halle
escrito; todo lo que observa la Iglesia en todo el orbe, se sobreentiende que se guarda por
recomendación o precepto de los apóstoles o de los concilios plenarios, cuya autoridad es
indiscutible en la Iglesia. Por ejemplo, la pasión del Señor, su resurrección, ascención a los cielos
y venida del Espíritu santo desde el cielo, se celebran cada año. Lo mismo diremos de cualquier
otra práctica semejante que se observe en toda la Iglesia universal. San Agustín de Hipona, Carta a
Jenaro (Ep 54,1-2)/ Carta a Dióscoro (Ep 118,32)
3) La Virgen Maria. Virgen concibió, virgen dio a luz y virgen permaneció” San Agustín. Serm.
51,18
4) San Agustín. Serm. 186,2
“¿Cómo es posible confesar en la regla de fe que creemos en el Hijo de Dios, nacido de la
Virgen María, si nacido de María fuera no el Hijo de Dios, sino el Hijo del hombre? ¿Quién
niega entre los cristianos que de esa mujer haya nacido el Hijo del hombre? Mas, Dios hecho
hombre, y, por tanto, el hombre hecho Dios”.
5)Inmaculda Concepcion. San Agustín. De nat. et. gr. 36,42
“Excepción hecha de la santa Virgen María, de la que, por el honor debido al Señor, no tolero
en absoluto que se haga mención cuando se habla de pecado…”
6) Bautismo de los niños. “Este nuestro adversario, apartándose con los pelagianos de la fe
apostólica y católica, no quiere que los que nacen estén bajo el dominio del diablo, para que lo
párvulos (niños) no sean llevados a Cristo, arrancados de la potestad de las tinieblas y trasladados
a su reino. Y especialmente acusa a la Iglesia extendida por el mundo entero, donde todos los
infantes en el bautismo reciben en todas partes el rito de la insuflación no por otra razón sino para
arrojar fuera de ellos al príncipe del mundo, bajo cuyo dominio necesariamente están los vasos de
ira desde que nacen de Adán si no renacen en Cristo y son trasladados a su reino una vez que
hayan sido hechos vasos de misericordia por la gracia.”/ “ “…No digo que los niños que mueren sin
el bautismo de Cristo sean castigados con una pena tan grande que más les valdría no haber
nacido; porque el Señor no dijo estas palabras de cualquier pecador, sino de los muy criminales e
impíos. Si la sentencia que pronunció sobre Sodoma no se ha de entender sólo de los sodomitas,
pues el día del juicio unos han de ser castigados más gravemente que otros, ¡quién puede dudar
que los niños no bautizados, que mueren sin pecado personal alguno, con sólo el original, han de
sufrir la pena más leve de todas?. Ignoro cuál será la naturaleza de esta pena…pero vosotros los
consideráis libres de toda culpa no queréis pensar en la clase de penas a las que los condenáis
privando de la vida y del reino de Dios a tantas imágenes suyas y separándolas de sus piadosos
padres, a los que tan claramente exhortáis a engendrar. Es injusto que los niños sufran castigo si no
tienen pecado; pero, si su castigo es justo, es necesario reconocer en ellos la existencia del pecado
original.” Contra Iulianum Pelagianum II, XVIII, 33
7) Eucaristía .Quien recibe el misterio de la unidad y no tiene el
vínculo de la paz no recibe un misterio salvador en favor suyo, sino
un testimonio contra sí mismo. Si vosotros sois el cuerpo de Cristo y
sus miembros entonces vuestro mismo misterio reposa sobre la
mesa de la Eucaristía. Vosotros debéis ser lo que veis y debéis
recibir lo que sois.
(Homilía 272)
Cristo es él mismo el que ofrece y él mismo el don ofrecido. Ha
querido que el sacramento de esta realidad sea el sacrificio
cotidiano de la Iglesia que, siendo cuerpo de esta cabeza, aprende a
ofrecerse ella misma por él. La Ciudad de Dios, X, 20
- «En la Eucaristía, Cristo es él mismo el que ofrece y él mismo el don ofrecido. Ha
querido que el Sacramento de esta realidad sea el Sacrificio cotidiano de la Iglesia que,
siendo Cuerpo de esta Cabeza, aprende a ofrecerse ella misma por Él». - «Reconoced en el pan lo que colgó del madero, y en el cáliz lo que manó del
costado. Todo lo que en muchas y variadas maneras fue anunciado de antemano en
los sacrificios del Antiguo Testamento pertenece a este singular Sacrificio que se revela
en el Nuevo Testamento». - «Cristo se sostuvo a sí mismo en sus manos cuando dio su Cuerpo a sus discípulos
diciendo: “Este es mi Cuerpo”. Nadie participa de esta Carne sin antes Adorarla»
8) Autoridad de Iglesia Católica. “En la Iglesia Católica, sin hablar de la sabiduría más pura,
al conocimiento de la cual pocos hombres espirituales llegan en esta vida, de manera que la
sepan, de la manera mas extensa, efectivamente, porque son hombres, todavía con
incertidumbre (ya que el resto de la multitud de gente deriva toda su seguridad no de la
agudeza de intelecto, sino de la simpleza de la fe,) – sin hablar de esta sabiduría, la cual tu
no crees que está en la Iglesia Católica, hay muchas otras cosas las cuales con mucha razón
me mantienen en su seno. El consenso de la gente y las naciones me mantienen en la
Iglesia; así también su autoridad, inaugurada por milagros, nutrida por esperanza,
engrandecida por amor, establecida por edad. La sucesión de presbíteros me mantienen en
ella, empezando por el mismísimo sillón del Apóstol Pedro, a quien el Señor, después de Su
resurrección, le entregó a cargo que alimente Sus ovejas [Juan 21:15-17], en sucesión
hasta el episcopado presente. Y así, finalmente, también el nombre mismo de Católica, el
cual, no sin razón, en medio de tantas herejías, la Iglesia ha así retenido; de manera que,
aunque todos los herejes deseen llamarse Católicos, sin embargo cuando un extraño les
pregunta donde se reúne la Iglesia Católica, ningún hereje se atreverá a señalarles a su
propia capilla o casa. Tales son, entonces, en número e importancia los lazos preciosos que
pertenecen al nombre Cristiano los cuales mantienen a un creyente en la Iglesia Católica,
como con mucha razón debería ser así, aunque por la lentitud de entendimiento, o por la
escasa realización de nuestra vida, la verdad no se muestre completamente por si sola. Pero
contigo, no hay ninguna de estas cosas que me atraigan o me mantengan, la promesa de
verdad es lo único que es ofrecido. Ahora si la verdad puede ser tan claramente probada a
tal punto de no dejar posibilidad de duda, debe ponerse ante todas las cosas que me
mantienen en la Iglesia Católica; pero si solamente esta la promesa sin ninguna realización,
nadie me va a mover de la fe que ata mi mente con tantos lazos tan fuertes a la religión
Cristiana.
[…] Si tu te encuentras con una persona que no cree aun en las Escrituras, ¿Como le
contestarías si esta te dice que no cree? Por mi parte, no creeré en las Escrituras a menos
que la autoridad de la Iglesia Católica me mueva a ello. Así que cuando aquellos en cuya
autoridad yo he aceptado creer en las Escrituras me dicen que no crea en Maniqueo, ¿Que
mas puedo hacer sino aceptarlo?. Escoge. Si tu dices, cree a los Católicos: Su consejo para
mi es que no ponga mi fe en lo que tu dices; así que, creyéndoles, soy prevenido de
creerte; – Si tu dices, No creas a los Católicos: Tu no puedes con rectitud utilizar las
Escrituras para traerme a la fe en Maniqueo; porque fue bajo el mandato de los Católicos
que yo creí en las Escrituras. – Nuevamente, si tu me dices, estabas en lo correcto al creer a
los Católicos cuando ellos te dijeron que creas en las Escrituras, pero estabas equivocado al
creer su vituperaciones en contra de Maniqueo: ¿Me crees tan tonto como para creer lo que
a ti te da la gana y no te da la gana, sin ninguna razón? Así que es por eso más justo y más
seguro, habiendo puesto a primera instancia mi fe en los Católicos, no ir a ti, hasta que, en
ves de que me insistas que te crea, me hagas entender algo de la manera mas clara y
abierta. Para convencerme, entonces, tienes que poner de lado las Escrituras. Si mantienes
las escrituras, yo me apegaré a aquellos quienes me mandaron a creer en las Escrituras; y,
en obediencia a ellos, no te creeré en lo absoluto. Pero si por casualidad tienes éxito en
encontrar en las Escrituras un testimonio irrefutable del apostolado de Maniqueo,
debilitarías mi consideración para con la autoridad de los Católicos quienes me dicen que no
te crea; y el efecto de esto será, que yo no creeré mas en las Escrituras tampoco, porque
fue a través de los Católicos que yo recibí mi fe en ellas; y así lo que sea que me traigas de
las Escrituras no tendrá mas peso para conmigo. Así que, si no tienes una prueba
clara apostolado de Maniqueo encontrada en las escrituras, yo creeré a los Católicos en ves
de a ti. Pero si tu encuentras, de alguna manera, un pasaje claramente a favor de
Maniqueo, no les creeré ni a ellos ni a ti: ni a ellos, porque ellos me mintieron con respecto
a Maniqueo; ni a ti, porque me estas citando esas Escrituras en las cuales he creído bajo la
autoridad de “esos mentirosos”. Pero lejos de que yo no vaya a creer en las Escrituras;
creyendo en ellas, no encuentro nada en ellas que me haga creerte a ti.” (San Agustín de
Hipona. “En Contra de la Epístola de Mani Llamada “La Fundación” 4:5-6 [397 D.C.])
9) Culto a los Santos. Damos culto a los mártires con un culto de amor y
participación
Del tratado de san Agustín, obispo contra Fausto
El pueblo cristiano celebra la conmemoración de sus mártires con religiosa solemnidad, para
animarse a su imitación, participar de sus méritos y ayudarse con sus oraciones, pero nunca
dedica altares a los mártires, sino sólo en memoria de los mártires.
¿Pues quién es el obispo, que, al celebrar la misa sobre los sepulcros de los santos, haya
dicho alguna vez: «Te ofrecemos a ti, Pedro», o: «a ti, Pablo», o: «a ti, Cipriano»? La
ofrenda se ofrece a Dios, que coronó a los mártires, junto a los sepulcros de aquellos a los
que coronó, para que la amonestación, por estar en presencia de los santos lugares,
despierte un afecto más vivo para acrecentar la caridad con aquellos a los que podemos
imitar, y con aquel cuya ayuda hace posible la imitación.Damos culto a los mártires con un
culto de amor y participación, con el que veneramos, en esta vida, a los santos, cuyo
corazón sabemos que está ya dispuesto al martirio como testimonio de la verdad del
Evangelio. Pero a aquéllos los honramos con mucha más devoción, por la certeza de que
han superado el combate, y por ello les confesamos vencedores en una vida feliz, con una
alabanza más segura que aquellos que todavía luchan en esta vida. Pero aquel culto que se
llama de latría, y que consiste en el servicio debido a la divinidad, lo reservamos a solo
Dios, pero no tributamos este culto a los mártires ni enseñamos que haya que tributárselo.
Ahora bien, la ofrenda forma parte de este culto de latría, y por eso se llama idolatría la
ofrenda hecha a los ídolos; pero nosotros no ofrecemos nada semejante, ni tampoco
mandamos que se ofrezca, en el culto a los ángeles, los santos o los mártires; y, si alguien
cae en tan gran tentación, se le amonesta con la verdadera doctrina, para que se corrija o
para que tenga cuidado. Los mismos santos y los hombres se niegan a apropiarse estos
honores exclusivos de Dios. Así hicieron Pablo y Bernabé, cuando los habitantes de Licaonia,
después de haber visto los milagros que hicieron, quisieron ofrecerles sacrificios como a
dioses; pero ellos, rasgando sus vestiduras, proclamaron y les persuadieron que no eran
dioses, y, de esta forma, impidieron que les fuera ofrecidos sacrificios. Pero una cosa es lo
que enseñamos, y otra lo que soportamos; una cosa es lo que mandamos hacer, y otra lo
que queremos corregir, y así, mientras vamos buscando la corrección más adecuada,
tenemos que tolerar muchas cosas.
10) Primado de Pedro. Esto es lo que hace la Iglesia, dichosa por su esperanza,
mientras dura esta vida llena de dificultades. El apóstol Pedro, por la primacía de su
apostolado, representaba de forma figurada la totalidad de la Iglesia.