el El κυριακὴ ἡμέρα del apocalipsis es el sabado o el dia final?
Con esto no debería haber confusión pues la Iglesia que recibió el apocalipsis, lo incluyo en el Canon y lo
custodio hasta hoy celebra el día del Señor el Domingo ya que el sábado se agotó en la Cruz. Nadie hablo
del sábado como día de adoración y reunión de la Iglesia hasta que Elle White (la de los ojos
inquietantes) saco este tema que no era original de ella, sino que lo copio (para no decir plagio) del
Capitán José Bates.
El κυριακὴ ἡμέρα es el primer día de la semana, el domingo, que se celebraba como el día de la
resurrección del Señor. En el día santo, Juan estaba especialmente bien preparado para recibir la
revelación divina. Pero no hay fundamento para comprender el κυριακὴ ἡμ. de un día de Pascua o por
asignar a ese domingo el cumplimiento de la expectativa, atestiguada por San Jerónimo, de que Cristo
regresará el día de Pascua
Acá hay par de explicaciones:
El día del juicio
- Algunos intérpretes lo hacen equivalente a “el día del Señor”, de los profetas del Antiguo Testamento
(Joel 2,11, 31; Sof. 1,14; Mal. 4,5; Hechos 2,20). Se puede conceder que estas palabras podrían tener tal
interpretación si se toman aisladamente. Quienes los explican de esta manera enfatizan que el
Apocalipsis centra la atención en el gran día final del Señor y los eventos que conducen a él (ver
Apocalipsis 1, 1). Estar “en el Espíritu en el día del Señor” posiblemente podría entenderse como estar
atrapado en la visión a través del tiempo para presenciar eventos relacionados con el día del Señor.
Sin embargo, hay razones para rechazar esta interpretación.
Primero, cuando la frase “día del Señor” designa claramente el gran día de Dios, el texto griego siempre
dice hêméra tou küríou o hêméra küriou (1 Cor. 5,5; 2 Cor. 1,14; 1 Tes. 5, 2; 2 Ped. 3, 10).
Segundo, el contexto (Apocalipsis 1,9-10) sugiere que el “día del Señor” se refiere al momento en que
Juan contempló la visión y no al tema de la visión. Entonces Juan da: a) su ubicación: “la isla llamada
Patmos” (v. 9) la razón por la que está allí: “por las palabras de Dios” (versículo 9), y c) su estado durante
la visión: “en el Espíritu”. Todas estas frases tienen que ver con las circunstancias en las que se dio la
visión, y es lógico concluir que la cuarta también coincide en dar d) el momento concreto de la
revelación: “en el día del Señor
el dia domingo
- Aunque la expresión kuriakê heméra es única en las Escrituras, tiene una larga historia en el griego
posbíblico. Como forma abreviada, kuriaké es un término común en los escritos de los padres de la
iglesia para designar el primer día de la semana, y en griego moderno kuriaké es el nombre del domingo.
Su equivalente latino de Dominica dies designa el mismo día, y ha pasado a varios idiomas modernos
como domingo, y en francés como dimanche. Por lo tanto, muchos eruditos sostienen que kuriakê
hêméra en este pasaje también se refiere al domingo, y que Juan no sólo recibió su visión en este día,
sino que también lo reconoció como “el día del Señor”, posiblemente porque en ese día Cristo resucitó
de entre los muertos.
Los estudios sobre el libro del Apocalipsis le han dado fuerza a la idea de que el ambiente en el que se
lee adecuadamente la obra es la liturgia, San Juan por su parte, enfatiza más el culto como el lugar de
reunir elementos que apuntan a la segunda venida como el inicio del Reino visible de Cristo”
El Apocalipsis no puede leerse palabra o signo por signo pues sería elemento a una cantidad de
definiciones imposible de aceptar pues se contradecirían unas a otras. Radicado en la liturgia. el
Apocalipsis es, por tanto, esencialmente celebración del misterio pascual de Cristo, evento fundamental
y que constituye la clave para su lectura. Por esto la obra está idealmente colocada en el “día del Señor”
(1,10), día escatológico de la intervención de Yhwh, es decir, el día de Pascua, pero también cada
domingo en cuanto día en el cual la comunidad cristiana celebra la resurrección del Cristo. En el día del
Señor (dies dominicus)la asamblea litúrgica encuentra a Cristo resucitado (y este es precisamente el
sentido de la primera visión:1,9-20), vive la experiencia del Espíritu (1,10; 4,2; 22,17) y comprende
activamente el sentido de la propia historia. Por esto, la obra es rica de cantos festivos, a diferencia de
muchos otros apocalipsis, llenos de llantos y lamentos. (Doglio, 2003, p. 146)
Entender el día del Señor como día de la Pascua, sale del contexto mismo del pasaje donde sé ubica la
expresión, ya que una mirada de conjunto a Ap 1,9-20 nos hace caer en la cuenta de los elementos
pascuales que rodean el día del Señor: los símbolos del candelabro de oro, los demás candelabros, la
figura de un hijo de hombre con sus vestiduras celestiales, incienso, libros que se abren, seres vestidos
con ropaje blanco (ceremonial y bautismal)banquete de bodas del Cordero, etc., pero sobre todo,
resplandece la expresión de victoria cuando afirma: “estuve muerto, y mira, estoy vivo para siempre, y
tengo las llaves de la muerte y del hades” (1,18). Sin embargo, puede ser una lectura demasiado forzada,
ya que no hay una alusión explícita que pueda llevarnos a la afirmación de que el día del Señor equivale
directamente al día mismo de la pascua de Cristo
Según el testimonio evangélico, la resurrección de Jesucristo de entre los muertos tuvo lugar «el primer
día después del sábado» (Mc 16,2.9; Lc 24,1; Jn 20,1). Aquel mismo día el Resucitado se manifestó a los
dos discípulos de Emaús (cf. Lc 24, 13-35) y se apareció a los once Apóstoles reunidos (cf. Lc 24,36; Jn
20,19). Ocho días después como testimonia el Evangelio de Juan (cf. 20,26) los discípulos estaban
nuevamente reunidos cuando Jesús se les apareció y se hizo reconocer por Tomás, mostrándole las
señales de la pasión.
Era domingo el día de Pentecostés, primer día de la octava semana después de la Pascua judía (cf. Hch
2,1), cuando con la efusión del Espíritu Santo se cumplió la promesa hecha por Jesús a los Apóstoles
después de la resurrección (cf. Lc 24,49; Hch 1,4-5). Fue el día del primer anuncio y de los primeros
bautismos: Pedro proclamó a la multitud reunida que Cristo había resucitado y «los que acogieron su
palabra fueron bautizados» (Hch 2,41).Fue la epifanía de la Iglesia, manifestada como pueblo en el que
se congregan en unidad, más allá de toda diversidad, los hijos de Dios dispersos por el mundo.
Todos los días importantes para la Iglesia ocurren el Día Primero de la Semana, el Domingo (κυριακὴ) y
ese es el día donde celebramos la adoración semanal ofreciendo al Padre el Sacrificio del Cordero
Sacrificado pero vivo.